Opinión

Polarización, discurso y elecciones

jueves, 18 de junio de 2020 · 11:25

Twitter: @HigueraB

A los dos lados del Río Bravo la efervescencia electoral es intensa y seguirá subiendo como la espuma, quizá a niveles nunca vistos. No debemos olvidar que, durante los próximos doce meses, tendrán lugar procesos electorales trascendentes en México y Estados Unidos. Pese a las obvias diferencias, es de llamar la atención que en ambos lados de la frontera se está desarrollando un preocupante proceso de polarización que en lugar de buscar ser contenida y dirigida por las autoridades de los gobiernos electos es claramente impulsada por los mismos.

En Estados Unidos la crisis combinada que la emergencia sanitaria, la emergencia económica y el racismo policial ha dejado detrás de si han restado puntos, base de votantes y personalidad al anaranjado ocupante de la Casa Blanca.

Por esta razón Donald Trump, lejos de tratar de acercarse a los grupos descontentos y a los grupos que no votaron masivamente a su favor en 2016, ha emprendido una guerra de palabras y actitudes en contra de su propio pueblo. Acusando de terroristas a los grupos que protestan, ha amagado con usar la fuerza armada para imponer su maltrecha autoridad, al tiempo que se autonombra un guerrero de la Biblia.

De forma paralela, en lugar de asumir el costo político de su ignorancia científica y sus pésimos ejemplos ante la pandemia, el mandatario estadounidense ha buscado un chivo expiatorio para los miles y miles de muertos que se acumulan semanalmente en su país. Razón por la cual acusa veladamente a China de conspiración, a los medios de comunicación de mentir y decide marginarse de la OMS en un desesperado intento de exculpación.

Ya en 2016 su retórica alcanzó los niveles suficientes para denunciar una supuesta conjura con el fin de robarle el triunfo presidencial, algo que desechó en cuanto los resultados se dieron como deseaba.

En el caso de nuestro país no existe una crisis de disturbios y enfrentamientos entre las fuerzas del orden y ciudadanos, al menos no al nivel que al norte de la frontera, pero existe un clima de confrontación en crescendo, además de autoridades con la misma incontinencia verbal generador de polarización, rebasando los límites tolerables para un gobierno que se define como demócrata.

El simple hecho de mostrar un supuesto plan conspiratorio en su contra sin saber origen o autenticidad en un espacio oficial de información demuestra una gravísima irresponsabilidad y , quizá, el inicio de una maquinaria para desacreditar de forma activa a los árbitros de las elecciones intermedias del año que entra.

Y es que en un estado democrático no hay nada criticable en que grupos de poder legales y ciudadanos inconformes se organicen para crear una opción electoral diferente a la que gobierna en un momento dado. La constitución garantiza la libertad de reunión y organización con fines políticos, así como el derecho a la libertad de expresión. Lo grave es que el texto, el cual ha sido señalado por expertos como un producto del mismo gobierno, habla de la complicidad y colaboración del INE y el TEPJF como parte del plan para derrotar a Morena en las elecciones y revocar el mandato de López obrador en 2022.

Si esto fuera cierto, si hubiera la más mínima prueba de algo así, el país entero vería en riesgo su gobernabilidad y se debería iniciar juicio político contra consejeros y magistrados electorales nacionales. Pero no la hay.

Lo que si existe es una declaración presidencial donde se acepta que le divierte publicitar cosa que no tiene idea de su certeza para generar ideas y posicionamientos de los cuales o podemos tener certeza de lo que provocarán.

Y este es el punto en donde se tocan ambos discursos electorales, en la irresponsabilidad ante los pueblos que eligieron a Trump en 2016 ya López Obrador en 2018. En un afán de logra sus metas, posicionar sus ideas y convencer a la gente se ha perdido la prudencia, la mesura y los límites que un jefe de estado debe tener para conservar el delicado balance que una democracia requiere.

Las elecciones siempre son un poderoso indicador de los tiempos en que se vive. Sin embargo, para que posean la validez y credibilidad que el delicado balance que una democracia requiere para perpetuarse es necesario que no se sobrepasen ciertos límites por parte de los gobernantes.

No importa si se busca una reelección o la continuidad de un proyecto político personalizado, las ambiciones personales de cada presidente deben respetar la voluntad popular en cada elección, de lo contrario no solo se perdería la legitimidad y credibilidad que los envistió al ser electos, también pueden poner en riesgo el mismo sistema político que los llevó al poder por visiones de liderazgo francamente incompatibles.

Solo los ciudadanos y su empoderamiento a través de las elecciones y la defensa de la constitucionalidad y la legalidad podrán contrarrestar este tipo de discurso.

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