Opinión

¿'Mano dura' como solución a los problemas de los sistemas penitenciarios?

miércoles, 6 de mayo de 2020 · 10:55

Twitter: @GNava1980 Hace unos días @PresidenciaSV publicó imágenes de internos en centros penitenciarios de El Salvador. En algunas se veía a los internos en calzoncillos sentados en filas, uno detrás del otro, con las piernas entrelazadas. Los tatuajes de los internos perfectamente retratados para dejar claro que se trataba de pandilleros; alrededor de los internos policías con armas largas y encapuchados para evidenciar la “mano dura”. El pasado 27 de abril, los homicidios en El Salvador tuvieron la incidencia mas alta desde que Nayib Bukele asumió la presidencia hace 10 meses. Esta reacción fue a la demanda social recurrente en Latinoamérica y en su país: mano muy dura con los delincuentes. Los comentarios a favor y en contra sobre la reacción del presidente Bukele me llevaron a reflexionar sobre uno de los eslabones más débiles de los sistemas de seguridad pública en Latinoamérica y uno de los elementos de la política criminal que casi siempre está en el olvido: el sistema penitenciario. La pregunta a la que llegue fue:

¿Es la “mano dura” contra los delincuentes dentro los centros de readaptación social la verdadera respuesta a la problemática de inseguridad y violencia en Latinoamérica, sobre todo en México?

Veamos el contexto en el que la sociedad hace estas demandas en México:

  •  Los altos indicadores de violencia- 3 mil víctimas de homicidio doloso de enero a marzo 2020 de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
  •  Altos niveles de impunidad- 93.2% de cifra negra de acuerdo con la ENVIPE 2019 ncuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública. Esta cifra no ha bajado significativamente en, por lo menos, los últimos seis años.
  • Corrupción al interior de los centros de readaptación social- permite que los internos puedan cometer delitos como la extorsión telefónica desde el interior. Fugas, motines, armas de fuego o casos como el de Topo Chico en Nuevo León, donde los internos tenían bares, “zonas vip” incluso con jacuzzi.

Podrías leer: Alaban al presidente de El Salvador por sus medidas contra el coronavirus Este contexto hace que la exigencia de “mano dura” con los internos en los centros de readaptación social sea recurrente y que la sociedad la perciba como justa, proporcional y, sobre todo, necesaria. Para responder mi pregunta, en mi experiencia, yo diría que no. La mano dura dentro de los centros de readaptación social NO es la respuesta a la inseguridad, ni mucho menos a los problemas del sistema penitenciario. Las políticas de “castigo” dentro del sistema penitenciario solo cumplen con la segregación de los sujetos delincuentes y apuestan a que con la “severidad” de la pena se logre, a través del miedo, que los sujetos delincuentes no vuelvan a cometer delitos. Al no funcionar estos “castigos” la severidad de estos se puede salir de las normas. Podría interesarte: Si la estrategia es la prisión, hablemos de reinserción social Estos cinco puntos no son la panacea para “curar” al sistema penitenciario, como tampoco son las medidas de “mano dura” y populistas. La “mano dura” reacciona ante coyunturas de inseguridad y políticas. No visualiza el largo plazo y pierde la oportunidad de atender la prevención del delito y la violencia desde sus causas y factores criminógenos. La respuesta está en el diseño y ejecución de una política criminal con alcances de largo plazo considerando siempre que la seguridad no se consigue de la noche a la mañana. Los problemas de violencia e inseguridad son tan complejos estructuralmente que la función del sistema penitenciario no se pude reducir a segregar, castigar y tratar de atemorizar a los delincuentes. Desde mi punto de vista es prioritario:

  • Hacer visible al sistema penitenciario - Los centros de readaptación social se perciben como una suerte de “basurero” de la sociedad. Ahí se pone lo que “ya no sirve” y nos olvidamos del problema. Esto ha promovido la opacidad del sistema, sobre todo en los órganos de readaptación social estatales y el federal, donde nadie sabemos cuánto se gasta, cómo se gasta y; sobre todo, quién lo gasta. La falta de transparencia es el origen de la corrupción a nivel directivo y entre los custodios; también es causa de las violaciones de derechos humanos de internos y de sus familias.
  • Los autogobiernos - Los directores de los centros penitenciarios, rebasados en capacidades materiales, humanas y financieras; ceden a que los internos se autorregulen y autoadministren con el objetivo de mantener el control del centro. Creando un escenario realmente paradójico, porque para tener el control del centro, parece necesario permitir el autogobierno.
  • El tratamiento penitenciario - Actualmente solo es realidad en el marco jurídico pero no en los centros de readaptación debido en parte a que los recursos financieros nunca alcanzan su destino, pero sobre todo, a la falta de especialistas. Hay varios colegas trabajando arduamente en los sistemas penitenciarios federal y estatales, pero se requieren más y, sobre todo, con mejores condiciones laborales.
  • Política criminal - Políticas que atiendan todos los aspectos de la prevención de la violencia y la delincuencia, empleando el conocimiento científico para evitar los sesgos políticos e implementando metodologías de planeación y seguimiento que incluyan la modernización y la dignificación del sistema penitenciario
  • Corregir deficiencias del personal – salarios bajos, servicio profesional de carrera, capacitación, formación continua. Su problemática es muy similar a las de los policías.

Mi reflexión es que la “mano dura” excesiva reacciona ante coyunturas de inseguridad y demandas sociales. No visualiza el largo plazo y pierde la oportunidad de lograr la readaptación social para que la prevención terciaria, que se enfoca en evitar que personas que ya han delinquido lo vuelvan a hacer, se logre La respuesta podría estar en el diseño y ejecución de una política criminal que reconozca que el sistema penitenciario es tan importante como la prevención policial o la procuración de justicia. La política criminal se debe sustentar en investigación científica y lograr transparencia en el sistema para que la sociedad confié en el sistema penitenciario y en que la readaptación social es posible. Continúa leyendo: 4 cárceles en el mundo que se convirtieron en centros culturales

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