Opinión

Perdón

viernes, 29 de mayo de 2020 · 13:34

Twitter: @abi_mt

Los últimos días en redes han sido duros. Es evidente que el resultado de 2018 dejó un trauma muy severo en gran parte de la sociedad, un trauma que no ha sanado por una demagogia que impide que cicatricen las heridas. Leo con asombro, que incluso algunas de las mentes más brillantes de la crítica política siguen abrazando la idea de que está bien que gobiernos sean quienes castigan a los ciudadanos por su voto y no al revés

Noto mucha sed de reivindicación. Muchos, ante las cuestionables decisiones del gobierno, exigen perdón a quienes votaron por AMLO. El caso del CIDE, tristemente, da cuenta de este antagonismo que solo beneficia al presidente. Me horroriza ver que muchos se regodean del recorte que básicamente paralizará a la institución, y que encuentren satisfacción en un burlón “se los dije”. Reclaman a unos chicos que expresaron su preferencia electoral por AMLO y exigen un “reconocimiento” de que su voto fue errado. Otros incluso señalan que el CIDE “merece” lo que le está pasando, como si el CIDE fuera la intención de voto de una decena de personas. Como si los afectados no fueran jóvenes brillantes que no aparecen en ese video y difícilmente encontrarán otras vías para cambiar su destino. Piensan que, de alguna manera, una disculpa restituirá el orden, los validará (aunque sea como aves de mal agüero) y permitirá avanzar a la siguiente fase: detener la devastación institucional que ha significado la “cuarta transformación”. Si el perdón es la condicionante, lamento augurar que esa ansiada fase nunca va a llegar.

En la resolución de conflictos, el proceso de conciliación es largo y difícil, y generalmente, el perdón (pedirlo y aceptarlo) suele ser la última fase del proceso. Con el afán de construir, y aunque yo no voté por AMLO, aquí va una disculpa que espero pueda sustituir lo que muchos esperan de los votantes de AMLO y seguramente nunca llegará:

Perdón por ser incapaz de explicar por qué José Antonio Meade era una mejor opción de candidato, aún cuando besaba todos los anillos de conocidos líderes gremiales corruptos. Es muy difícil explicar lógica política cuando se está debatiendo sobre si las autoridades sustituyeron quimioterapias por agua.

Perdón por criticarlo cuando le preguntaron sobre el tema de los feminicidios y optó por saludar a la selección mexicana antes, aún sin saber que éste sería uno de los temas que marcarían la administración de quien fuera que ganara.

Perdón por no ayudarlo a traducir sus muy buenas propuestas en algo que no sonara a palabras vacías para todas las personas que, con razón, estaban hartos del PRI y su corrupción. 

Perdón por no poder persuadir a más personas de que las acusaciones de corrupción contra Ricardo Anaya quizás eran falsas. Las palabras y los textos pueden poco contra las grabaciones y las detenciones.

Perdón por no tratar de explicar por qué alguien de su juventud contaba con tantos negocios que le daban un ingreso mensual suficiente para mantener a toda su familia en Estados Unidos mientras se dedica de tiempo completo a la política.

Perdón por no inventar argumentos de por qué Anaya podría liderar al país sin romperlo como rompió su propio partido.

Perdón por no ser más persuasiva para que la gente pensara que alguno de estos dos candidatos era el cambio radical que muchos ansiaban.

Acepten mis disculpas y por favor, pasemos a la siguiente página. No podemos seguir perdiendo el tiempo exigiendo disculpas a los votantes en lugar de cuentas a los gobernantes. El fuego de la 4T avanza demasiado rápido, y su siguiente víctima, es una de las pocas instituciones que han propiciado movilidad social efectiva, la generación de conocimiento científico y el desarrollo mentes críticas que buscan mejorar nuestras instituciones. El CIDE no es de una decena de estudiantes, el CIDE es de todas y de todos, el CIDE es de México.

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