Estudiantes en tiempos de coronavirus

miércoles, 22 de abril de 2020 · 02:31
Twitter: @YessUrbina A poco más de un mes desde que las instituciones educativas comunicaran que habría suspensión de clases presenciales debido a la contingencia por el COVID-19, millones de alumnos nos hemos enfrentado a situaciones y contextos muy distintos uno del otro, pero comencemos por partir del supuesto erróneo de que sería posible continuar con los programas establecidos vía remota. En pleno 2020, podemos pensar que la mayoría de estudiantes de todos los niveles, en especial, universitarios tienen acceso a una computadora, red y un espacio que les permita realizar sus tareas y tomar clases vía a través de estos medios. Que los profesores cuentan con los mismos medios y una capacitación suficiente para seguir con el programa de sus asignaturas a distancia. Que el personal administrativo cuenta con las mismas herramientas para continuar con sus labores. Todo esto, en la medida de lo posible. Una pandemia nos obliga a tomar medidas extraordinarias y a comprender que no todo puede funcionar de la manera habitual, pero que puede adaptarse para no detenerse, partiendo, reitero, del supuesto erróneo en el que todos disponemos de los recursos básicos para lograr que funcione.
Sin embargo, luego de un mes de tener clases en línea y entregar tareas a distancia, la desigualdad es palpable.
Desde el poco conocimiento del manejo de las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestro alcance, tanto de profesores como alumnos y la falta de acceso a las herramientas que permitan acceder a esta nueva forma de educación. Tomar clases vía remota es un reto mucho más grande de lo que parece y es excluyente suponer que la mayoría de los alumnos tienen acceso a los medios que se necesitan para continuar con la educación que las instituciones pueden ofrecer en un contexto extraordinario. Asumir el reto y continuar con la mayor normalidad posible, requiere coordinación dentro de las instituciones educativas y una reflexión profunda sobre la diversidad de opciones que pueden ofrecerse, asumiendo la realidad de la desigualdad que vivimos en el país. Muchos estudiantes se están viendo en la necesidad de desertar debido a que no tienen acceso a red, a una computadora o que la pandemia trajo consigo un cambio radical en su vida, donde la prioridad es poder llevar el sustento a casa o aportar para que la obtención de éste sea menos tortuosa. A esto sumemos la avalancha de emociones que involucra el confinamiento. Nadie estaba listo para algo así, dentro o fuera de las instituciones educativas, eso está más que claro, pero ignorar los factores de desigualdad sin ofrecer opciones adicionales además de aumentar la incertidumbre, es poco empático, funcional y los pone en una gran desventaja que no ha sido solventada, en especial para las familias que viven en condiciones de vulnerabilidad y los estudiantes que se fueron a sus estados natales durante el tiempo de confinamiento. Te puede interesar: ¿Cuáles son las fases de una pandemia? Ahora bien, los estudiantes que tenemos la fortuna de poder estar en casa y contar con todos los recursos para continuar con los programas vía remota, nos enfrentamos a una incertidumbre diferente, misma que compartimos con la mayoría de los profesores, en el mejor de los casos, donde hay empatía y se comprende que todos pasamos por momentos complicados. Pero, por otro lado, conocemos casos de profesores que, injustamente, han impuesto tareas que son imposibles de cumplir para estudiantes en situaciones de vulnerabilidad, calendarización de exámenes cuyos conocimientos no han sido obtenidos mediante una calidad educativa aceptable y que derivan en un bajo rendimiento que afectará la trayectoria estudiantil de quienes no logramos adaptarnos aún o no tienen acceso. Quiero creer que esto no se debe a un hecho fortuito, se debe a la falta de coordinación dentro de las instituciones. En el caso de niveles de educación básica, además de requerir los medios, requiere del acompañamiento de un adulto, cuya facilitación no es certera, insisto, por el contexto de desigualdad que enfrentamos en todo el país. En otras condiciones, podríamos pensar que la vía remota es un gran acierto y que es de fácil acceso para todos, pero cuando se pierden más de medio millón de empleos y la gente en situación de vulnerabilidad se ve más afect’ada, el panorama es diferente y exige otras alternativas. Podrías leer: ‘CORONA SÍ VIRUS NO’: La campaña para apoyar al personal médico La pandemia no solo nos incita a valorar la experiencia de poder tomar clases en un aula donde podemos interactuar de viva voz con nuestros docentes y profesores, nos obliga a reflexionar sobre el contexto en el que vivimos, a ser más conscientes y no dar por sentado que todos viven bajo las mismas condiciones que nosotros o nuestro círculo cercano. Ya vimos que no es así y no podemos excluir a los estudiantes que no cuentan con las herramientas para continuar. Es menester que las instituciones educativas de todos los niveles estén a la altura de la situación y ofrezcan diversas opciones para continuar con los programas escolares, si bien, también se enfrentan a la incertidumbre, comunicando que se trabaja en un plan para ofrecer alternativas para la mayoría de los estudiantes bastará para tener presente que se toman en cuenta la diferencia de contextos y habrá más opciones o una recalendarización que afecte lo menos posible a todas y todos. En otras palabras, empatía y comunicación es lo que necesitamos ante una situación en la que no podemos exigirnos demasiado.

Otras Noticias