Cobarde
Twitter: @altanerias
El presidente de México eligió esconderse: no dio la cara.
Durante semanas, conminó a la población a salir a la calle.
Desestimó una vez más a una sociedad civil que le pedía por todos los medios a su alcance asumir la seriedad de una pandemia que en China, Italia, España y Estados Unidos ha matado a cientos de miles de personas.
En cambio, apareció en eventos, besó niñas y niños, congregó a miles de mujeres y hombres –acarreados– en reuniones masivas durante días que pudieron ser clave para mitigar la expansión del COVID 19 en México.
Sus voceros y testaferros a sueldo, así como los aplaudidores de su partido, Morena, arremetieron contra quienes acusaron la irresponsabilidad de su amo y protagonizaron el coro que desestimó los riesgos potenciales de las medidas preventivas. Continúa leyendo: Medicamentos aprobados por Estados Unidos para tratar coronavirus Semana tras semana el mundo atestiguaba la desesperación de otros países ante el incremento exponencial de nuevos casos, el dolor de la gente captado en videos que circulaban en segundos, la valentía y el heroísmo de quienes resisten desde el confinamiento y no pueden sino mirar y esperar. Nada de esto fue suficiente. Toda la realidad a la que hoy el ser humano tiene acceso no bastó para que López Obrador cambiara su postura.Estas fue la declaración del subsecretario de salud #Gatell al cuestionarle sobre si AMLO debía someterse a la prueba del #COVID19mx covid ¿en serio? ??????https://t.co/tE0KFKfpRT
— Gluc (@GlucMx) March 16, 2020
El aparato de comunicación del gobierno se concentró en decir que el Coronavirus no era un tema de importancia.Entretanto, el presidente bromeaba, viajaba, intentaba devolver la atención a una agenda que padecía ya la banalidad con la que él y su gobierno asumieron la crisis de feminicidos, el desabasto de medicinas o las muchas debilidades del sector salud. Puedes leer: Tunden a AMLO en Twitter por fecha para vender el avión presidencial Y vaya que se esmeró: habló del avión presidencial, siguió con su estrategia de polarización y ahondó de nueva cuenta las divisiones de un México complejo y plural, que para él son solamente dos bandos irreconciliables, regañó a la prensa por salirse del guion, acusó a la oposición, imaginó complots… Cuando nada de eso fue suficiente y era necesario dar la cara para alertar al pueblo de México sobre la gravedad de la pandemia, eligió, por el contrario, enviar a uno de sus empleados a alertar y exigir a la sociedad permanecer en casa, mientras él viajaba por las montañas del norte del país y se reunía con narcotraficantes. López Obrador se escondió para no dar la cara y enfrentar las consecuencias de sus actos. Envió un video de 14 minutos –vía redes sociales y un viernes por la noche– en el que de manera imprecisa y hasta chabacana hablaba de la “sana distancia”.
Pero al momento de hablar de lo importante, de la emergencia sanitaria, se escondió como un cobarde.Un cobarde que pasará a la historia por sus omisiones criminales y sus acciones irresponsables frente al Coronavirus. Un cobarde insensible que claudicó de su liderazgo en momentos de crisis. Un cobarde que no quiso ni pudo estar a la altura de los enormes retos de este momento. Un cobarde, un auténtico cobarde. Continúa leyendo: Crisis y liderazgo político en tiempos de coronavirus