Opinión

La vacuna no es milagrosa

Ahora es el momento menos indicado para salir u organizar fiestas y reuniones, hago especial énfasis en esto porque mi generación olvida la pandemia los fines de semana.
martes, 15 de diciembre de 2020 · 15:42

Twitter: @YessUrbina

Hemos leído, escrito, escuchado y hablado mucho sobre la pandemia por COVID-19, lo que hace nueve meses era nuevo, hoy ha sido normalizado por muchas personas y prueba de ello es el gran aumento en el número de contagios y muertes después de, supuestamente, alcanzar el pico entre mayo y agosto. La realidad es que la emergencia, hoy nos amenaza más que nunca y ya no hay medida suficiente para frenarla más que la corresponsabilidad.

La pandemia nunca se domó, los números nunca disminuyeron significativamente y hoy se desprecia un medidor epidemiológico que el mismo gobierno reiteró durante meses, los números que día con día se siguen comunicando en la conferencia vespertina, siguen significando el dolor de miles de familias que se han visto afectadas por este virus y esos números se siguen quedando cortos porque la estrategia nunca cambió, porque millones de personas tuvieron que seguir saliendo de su casa para poder llevar el sustento, porque nos enfrentamos a un gobierno que prefirió minimizar los estragos de la pandemia y ahora desesperadamente busca retomar medidas que en el pasado no fueron suficientes.

Mientras la pandemia crece aceleradamente y el alcance del sector salud disminuye, no podemos pensar que la aprobación de las vacunas será la solución inmediata, porque no será así. Los efectos del plan de vacunación se irán reflejando en el mediano y largo plazo y la paciencia y constancia en las medidas sanitarias serán claves para frenar el riesgo que todos corremos. Pero qué pasa cuando la corresponsabilidad se nubla y ni ciudadanía ni gobierno están aportando a que estos efectos devastadores realmente disminuyan. No hay respuesta que sea suficiente a estas alturas, ya no podemos encontrarla en un plan económico de emergencia, que realmente permita a las personas quedarse en casa, ni en la reconversión hospitalaria, cuando los insumos y personal médico ya no son suficientes para atender el número de camas que tanto se presumió como indicador de éxito en el manejo de esta crisis.

A esto sumemos que la espera por la vacuna para la mayoría será larga y el quédate en casa, las cifras catastróficas y el semáforo se han vuelto totalmente irrelevantes, más la atención del debate público centrada en las culpas que se echan unos a otros y en la coyuntura electoral que se aproxima, el panorama es más desalentador que nunca, pero más allá de la estrategia fallida del gobierno y la poca posibilidad de acceder a los servicios de salud en caso de emergencia, no podemos dejar todo en sus manos y no hacer lo que nos toca.

Pareciera que lo que se pide es muy absurdo, pero no lo es. Ahora es el momento menos indicado para salir u organizar fiestas y reuniones, hago especial énfasis en esto porque mi generación olvida la pandemia los fines de semana y en estas épocas parece que de repente todo volvió a la normalidad cuando no es así. La emergencia sigue y se quedará aquí para rato, mucho podemos hacer quedándonos en casa y extremando las precauciones. No es un simulacro, es el punto más crítico de la pandemia y que potencialmente puede empeorar si no logramos tomar conciencia durante esta época.

No es necesario que nuestros cercanos se contagien para entender la gravedad de la situación, porque cada día sabemos de más personas que se han contagiado, minimizar las consecuencias del virus y actuar por mero egoísmo puede ser un error fatal que se reflejará en las siguientes semanas. Repito, no es necesario que experimentemos eso para entender la magnitud del problema.

Hago este llamado a mi generación y a quienes me leen porque sé que la mayoría tienen la oportunidad de quedarse en casa y hacer esto es también un acto de humanismo para quienes sí se ven forzados a salir porque no tienen de otra. Sigamos cuidándonos, estamos cerca y al mismo tiempo lejos de la solución, pero esa no llegará de manera milagrosa, no nos engañemos y asumamos la corresponsabilidad que nos toca.

 

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