Opinión

Perlas de la semana

lunes, 5 de octubre de 2020 · 19:31

Twitter: @HigueraB

En el oficio de escribir con la intención de comprender y establecer un poco de orden en la realidad de nuestro contexto hay ocasiones en que casi no hay nada que comentar y se dificulta escribir una colaboración. Una tortura.

En otras ocasiones, en siete días se acumulan hechos y sucesos al punto de que es difícil elegir sobre que escribir ya que muchos temas y sucesos tienen un peso específico y valen la pena, por lo que elegir se vuelve de nueva cuenta, una tortura.

La semana pasada fue un ejemplo de éstas últimas. Es por eso que, en lugar de hablar solo de un tema, me decidí por realizar pequeños comentarios de algunos de los tópicos más interesantes, el orden obedece a mi desorganizada memoria.

Mal imitador

Gibrán hace otra de las suyas e intenta imitar al primer morenista del país gritando “fraude” al quedar fuera de la contienda por la dirigencia de su partido.

Haciendo gala de su inconsistencia acostumbrada, se arropa en las encuestas que le favorecen para no aceptar la encuesta oficial donde se muestra el nivel de reconocimiento por parte de los simpatizantes de MORENA.

El resultado no puede ser menos grato para el joven neorgánico. Al tratar de mostrar músculo en el INE apenas logra juntar unos 50 o 60 simpatizantes, por lo que su actitud queda en evidencia como un berrinche más -tal como ha hecho en varios programas de opinión en los que ha sido invitado-, además de que no responde a los cuestionamientos sobre los fondos usados en sus campañas y gastos de representación.

Aquí es donde uno se pregunta, ¿por qué le dan tanto espacio en los medios?, ¿no hay nadie con mayor fuerza intelectual y sosiego en las filas de MORENA que pueda defender el proyecto del presidente?, ¿Por qué cree el exaspirante que tiene la fuerza política para movilizar suficientes simpatizantes para hacer presión al estilo de lo que hacía AMLO en sus tiempos de oposición?

Lo único que quedo claro es que tampoco sabe perder y es capaz de insultar, agredir y discriminar aún peor que aquellos que se ensañan con él por su apariencia. "Auch".

Al ritmo que elija

Sin duda, los mejores defensores y renovadores del desgastado modelo de comunicación política del presidente son sus opositores de extrema derecha, FRENAA.

Sin su reactividad, las ocurrencias y charadas de la mañanera podrían haber seguido el curso natural de la decadencia y desaparecer sin pena ni gloria.

Y es que, tras levantar el guante que arrojó el primer mandatario, retando a una concentración equivalente a un estadio azteca lleno, los Anti-AMLO me recordaron los mejores tiempos de Raúl Velasco y su humor voluntario de los domingos. En otras palabras, actuaron como monitos cilindreros y se pusieron a bailar con el ritmo y de la forma que Andrés Manuel decidió para ellos.

Tras esto, la polémica desatada en redes sociales sobre el tamaño de la convocatoria desembocó en cifras ridículas en ambos bandos: según los incondicionales del preciso fueron 2,200 personas y de acuerdo con los organizadores y sus propios incondicionales se logró juntar 250,000. El reino de las feic niús en todo su esplendor.

El único ganador fue el presidente, que demostró que siempre puede contar con los ultras para volver a los reflectores.

Doble filo

Debo decir que este suceso es el que más sentimientos encontrados me produjo la semana pasada. En primera instancia, la decisión dividida del pleno de la SCJN sobre la consulta popular para el enjuiciamiento de expresidentes me dejó desolado y francamente pesimista. Parecía una señal de sometimiento ante el ejecutivo de parte del único poder del Estado Mexicano que se conducía con independencia más o menos clara.

Pero al leer con cuidado la pregunta con la que aprobaron que se realizara la susodicha consulta, no pude menos que sonreír.

No sé si fue una jugada maestra o entre las discusiones que seguramente se dieron entre los Ministros nadie se percató que, con cierta libertad de interpretación que tanto gusta a los abogados, la pregunta podría permitir el enjuiciamiento de muchos personajes del actual gobierno y, quizá, del mismo López Obrador.

Por lo tanto, ni fue del todo una derrota del poder judicial, ni fue tampoco la victoria que gritan los incondicionales del gobierno.

Lo único que me produjo un verdadero estupor y coraje a largo plazo fue que el supuesto gobierno de la austeridad no tenga reparos en que la consulta pueda costar miles de millones de pesos con tal de hacer su voluntad y evadir su propio deber.

La duda constante

No lo pude evitar, es cierto. Saber que Donald Trump estaba contagiado de COVID me generó una satisfacción incorrecta, por fin el universo ponía en su lugar a uno de los políticos anti ciencia más notorios del planeta. Quizá el más notorio e importante. Una lección para todos.

Sin embargo, la duda es constante al tratarse de un personaje falsario, como cualquier populista de derecha o izquierda, que es un permanente impulsor de las noticias fake, ducho en la posverdad y la hipernormalización por lo que nada, ni su enfermedad, es segura. El sospechosismo se activa.

Un poco contra mi voluntad me recordó la película Ciudadano Bob Roberts de 1992. Su mensaje antes de ingresar al hospital Walter Reed, su “espontáneo” paseo de fin de semana en su camioneta para saludar a sus partidarios y muchas cosas más parecen actitudes que Bob Roberts, el fraudulento político encarnado por Tim Robbins en una excelente película de hace casi treinta años, sería capaz de hacer.

En dicho film, un ultraconservador millonario y fenómeno mediático, busca ser senador de su estado y con tal de ganar su elección finge una parálisis que lo confina a una silla de ruedas.

¿Le suena el parecido?, ¿quizá el presidente de Estados Unidos o sus asesores son fans de las películas de Robbins?

Solo el tiempo lo dirá.

#InterpretePolitico

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