Opinión

¿Por qué cada vez entendemos menos?

martes, 27 de octubre de 2020 · 10:16

Twitter: @AnaCecilia_Rdz

Es urgente que todos cambiemos nuestra forma de pensar, porque en los fenómenos ya no hay causa y efecto, sino causas múltiples y correlaciones exóticas. Por eso nos es tan difícil coordinar esfuerzos globales para combatir una crisis sanitaria como la presente, pero también por eso las encuestadoras se equivocan con frecuencia, las grandes empresas toman decisiones catastróficas y los individuos ven esfumarse sus planes de vida y carrera profesional en un chasquido.

Con una serie de ideas provocadoras que expone en varios libros, el pensador vasco Daniel Innerarity pone el dedo en la llaga de nuestra creciente incomprensión de los fenómenos políticos. Este filósofo es, sobre todo, un crítico de nuestra cosmovisión ilustrada clásica, que desde el siglo XX ya se mostraba limitada para abordar los problemas sociales persistentes, pero a partir del siglo XXI (pandemia incluida) manifiesta su fracaso de forma indubitable. Me explico. Según este autor, seguimos pensando en términos lineales y no complejos; es decir, a cada fenómeno (natural, social, vivencial) atribuimos una causa y un efecto. Ese es el pensamiento científico tradicional, que tuvo en su momento una importancia innegable y la modernidad tiene para con él una deuda impagable; gracias a él avanzaron la ciencia y la tecnología; gracias a él aumentaron la calidad y la esperanza de vida de los seres humanos. Todo lo anterior es irrefutable, pero también es insuficiente.

El mundo cambió y la relación entre las personas y su entorno también

La interconexión e interdependencia de los seres humanos entre sí y con la naturaleza, se ha magnificado, y aunque esa afirmación se da por supuesta, no se ha reflexionado sobre sus implicaciones. Frente a las crisis, las personas seguimos reaccionando hacia adentro, aislándonos en nuestro ser, nuestro núcleo familiar o nuestra nación; se cree que cerrar fronteras es posible y además constituye una protección eficaz respecto de lo que ocurre afuera. Pero la crisis económica de 2008 nos enseñó que un prestamista irresponsable en Florida puede terminar quebrando a un banco islandés aunque uno no esté al tanto de la existencia del otro. Ese vínculo invisible es también el núcleo de la preocupación por el cambio climático.

El efecto mariposa nos muestra su rostro menos amigable. Actualmente, muchas personas de todas las clases sociales y extracciones culturales, se enfrentan a cifras y afirmaciones de sus gobiernos y de organismos internacionales, de las que cuesta trabajo hacer sentido. Muchos no entienden la respuesta que hubo a nivel mundial, y la tachan de exagerada. Si pensamos en términos de complejidad en lugar de linealidad, y de probabilidad en lugar de causalidad (como nos aconseja Innerarity), resulta que cualquier problema que escala lo suficiente a nivel doméstico, se vuelve una amenaza global, y una vez pasado cierto límite, las consecuencias son (sin drama) incalculables.

Por eso, la solidaridad y la empatía se han vuelto ya cualidades que trascienden la moralidad, y son verdaderas herramientas de supervivencia. La sustentabilidad es tan importante porque de lo que se trata es de reconocer la calidad de un orden que se antojaba sólido pero es frágil, se mostraba inamovible pero es maleable. Ya ni siquiera se trata de entender, simplemente de querer ver. El mundo ya había cambiado, somos los humanos quienes vamos a la zaga.

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