Opinión

Brujas: un muro de cervezas y un sauce llorón

jueves, 22 de octubre de 2020 · 09:46

Twitter: @sylvanalm

Ya les debía un breve viaje a algún rinconcito en este espacio, así que les contaré de este lugar que es de mis esquinas favoritas del mundo.

El mundial de fútbol en Brasil estaba por arrancar, y Love Never Felt So Good con Justin Timberlake sonaba por doquier. Yo estaba en camino al aeropuerto para volar a Londres cuando una amiga que vivía allá me preguntó ¿traes ropa para ir a bailar?

Fue un viaje que arrancó con fiesta y desmañanadas con resaca, para ir a ver el cambio de guardia de domingo en el palacio de Buckingham. De ahí la aventura llegó a Bélgica vía el Eurostar, claro, con su respectiva dosis de falta de sueño y el nervio de “casi nos deja el tren”.

Bruselas nos regaló un día tranquilo recorriendo el museo donde se encuentra la colección de obra de Magritte. Mi querido amigo (quién llegaba de tres largos meses de yoga y recogimiento en la India) y yo, dispusimos todo para seguir nuestro camino.

Brujas me enamoró, sus hermosas fachadas y caminos de piedra, los canales y un lindo hotel nos recibían. El check-in fue más que victorioso, el recepcionista amable preguntó si estábamos casados, y realmente no recuerdo cómo respondimos, pero nos dió un ascenso a la suite presidencial.

Reímos, y triunfales subimos a nuestra habitación, una amplia estancia, ventana con vista privilegiada, y la sorpresa: una “interesante” tina con regadera que no estaba precisamente dentro del cuarto de baño. Así que, en efecto era una suite para parejas, recién casados o cuando menos matrimonios en busca de una escapada romántica.

Las carcajadas no paraban. Claro está que nosotros, amigos de años, no éramos nada de lo antes mencionado, y bueno, habría que bañarse así, prácticamente en medio de la habitación y sin pudor.

Recargados con buen humor salimos a explorar Brujas, caminamos por la Grote Markt o Plaza del Mercado, corazón de la ciudad, con casas estilo medieval y la torre Belfort. Comimos en un encantador restaurante italiano, y regresamos a dormir.

El hambre hizo de las suyas cerca de la medianoche, e ingenuos salimos a buscar algo que cenar. Como en gran parte de Europa, lo único abierto era un lugar de kebab con un hombre que veía algo parecido a alguna telenovela árabe.

Todo este recorrido, en realidad llega a aquel lugar del muro de cerveza y el sauce llorón. Llegó la mañana y queríamos seguir explorando, así que arrancamos la mañana tomando un recorrido en lancha por los canales, desde donde vimos una esquina encantadora con un árbol espectacular.

Al terminar el recorrido empezamos a caminar, escuchamos música y barullo hacia el final de alguna de las calles que corren junto a los canales. Ahí, un enorme muro que se supone contiene todas las etiquetas de cerveza producidas en Bélgica (y vaya que deben de ser cientos) te guía a una barra atiborrada de visitantes pidiendo una cerveza.

Foto: Sylvana L. Meaney
 

¡Era el lugar del sauce llorón! El aire movía sus gigantescas ramas, al igual que las sombrillas hechas con hilos de rafia que bailaban al ritmo del viento.

La tarde caía, y Luis, por fin regresó a la mesa que me dispuse a defender de la gente que llegaba. Cerveza, queso y chocolate Belga nos acompañaron mientras observábamos grupos de turistas asiáticos que fotografiaban cada trozo de comida que llevaban a su boca.

Wake Me Up de Avicii sonaba en la terraza del lugar mientras el valiente ejecutante de la misión de mantener la provisión de cerveza y cositas para picar se veía a lo lejos, en medio de un mar de brazos pidiendo más para beber.

Foto: Sylvana L. Meaney

Debo aceptar que durante una de las batallas de aquel valiente, dejé mis cosas “reservando” la mesa, y me fui a explorar el 2be Beer que además cuenta con un amplio lugar llamado Tintín Chapel donde el culto a esta historieta creada por el autor belga Georges Remi se palpa en cada metro cuadrado, y otro espacio donde sombrillas, imanes y todo tipo de souvenirs de Magritte te llenan la vista a tope.

De regreso a la terraza, no dejé de disfrutar un instante de la caída del sol y su reflejo a través del arco que colinda con el canal, donde barcos, patos y paseantes parecieran dibujar un cuadro.

El encanto de Brujas y de este bar siempre me hace sonreír. Si la pandemia nos deja viajar pronto, les recomiendo que si están por la región hagan una parada en este increíble lugar.

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc. 

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