Opinión

La 4T con todo… menos con rendición de cuentas

martes, 20 de octubre de 2020 · 09:54

Twitter: @P_Mancebo

La sabiduría popular nos dice que hay muchas formas de matar cucarachas, así como también hay muchas formas de combatir la corrupción. Sin embargo, un insecticida muy eficiente para abatir la corrupción son los sistemas de rendición de cuentas.

La rendición de cuentas incluye, al menos, informar, explicar, justificar, interacción política, sanción y consecuencias, lo cual le da forma y consistencia para que pueda funcionar como un instrumento capaz de transformar la esfera pública y de responsabilidad.

Si evaluamos nuestros instrumentos con estas cualidades, vemos que tenemos sistemas de rendición de cuentas cojos donde votar no es muy eficiente y participar en la esfera pública no es suficiente. Y aunque en el país hemos avanzado en mejorar esta arquitectura institucional, aún falta mucho camino por recorrer en la consolidación de un sistema real.

Pero volvamos unos años en la historia a diciembre de 2002, cuando AMLO era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y se aprobó la primera Ley de Transparencia. Ley, que vetó al no quererla publicar hasta mayo de 2003, pero que en diciembre de ese mismo año logró contra reformar para que con su mayoría se facilitara la reserva y cobro por información esencialmente pública, lo que convirtió a la Ley de la Ciudad en una de las peores del país. Luego vino otra contra reforma en 2005, que la mejora en algunos aspectos de cara a su salida a la candidatura presidencial.

Repaso la historia para no sorprendernos ante el escenario actual donde, por un lado, tenemos la información de las conferencias de prensa y los portales de internet, pero esa información no justifica, ni explica, sólo es.

Por otro lado, tenemos una clara restricción a la interacción política al descalificar el trabajo de las organizaciones, periodistas y académicos que lo cuestionan. Se puede argüir que no hay censura, pero hay una clara descalificación y persecución política a las voces disidentes.

Del mismo modo, cuando ponemos nombres de corruptos sin evidencia se daña su imagen pública, sí, su carrera política, también, pero nos alejamos del marco de la justicia y sus consecuencias. De nada nos sirve saber nombres o sospechar, si no vemos políticos tras las rejas con sentencias y reparación del daño.

También tenemos el golpeteo al INAI y al Sistema Anticorrupción al acusarlos de caros y parciales, pero tampoco se han visto mejoras en el Sistema de Profesionalización o Evaluación del Desempeño a cargo de la Función Pública.

Por eso vemos que la 4T va con todo al cambio político, pero sólo de cambio actores, no de régimen y de prácticas gubernamentales, porque eso les podría ser contraproducente en el futuro.


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