Opinión

Exigir disculpas sin revisionismo histórico

jueves, 15 de octubre de 2020 · 14:51

Twitter: @AlfiePingtajo

La polémica pareciera ser una constante del sexenio de AMLO y no ha perdido el toque, seguimos discutiendo los temas que a él le interesan. Sigue llevando la agenda del país en muchos sentidos.

En medio de la defensa por la no extinción de los FideicomiSOS; regresó la discusión por un falso revisionismo histórico; originado por la solicitud de disculpas del gobierno encabezado por AMLO tanto al Vaticano como al Gobierno de España. Y todo eso coronado por el extraño retiro del Monumento de Cristóbal Colón (ubicado en el Paseo de la Reforma de la CDMX) para recibir un atrasado y necesario mantenimiento.

La intención de AMLO en el papel, no es mala, empero en el fondo es un juego maniqueo, pues tiene más tintes políticos que respaldo científico.

Es sano, psicológicamente necesario, ofrecer disculpas cuando estás consciente del daño hecho a otros, así como perdonar a los que te hicieron daño. Empero, en temas históricos de nada sirve ofrecer/exigir una disculpa si esta no viene acompañada de todo un proceso científico que evalue imparcialmente los daños, beneficios y sus repercusiones en el presente. Básicamente es seguir el rastro del hecho histórico con la precisión de un cirujano. Un análisis a fondo de los hechos.

Vamos – a modo de ejercicio- a analizar los hechos, de forma vaga y por encima: Cristóbal Colón llega -a lo que sería denominado América- un 12 de octubre de 14921, aunque en realidad él estaba buscando nuevas rutas marítimas para llegar a la India. Posteriormente, en 15192 Hernán Cortés arriba a tierras americanas para comenzar un proceso de Conquista que concluiría en 1521 y con lo cual se daría paso a la Nueva España.

AMLO habla de que España tendría que pedir perdón por la expedición realizada por Colón y la atroz conquista realizada por el ejército comandado por Cortés. Empero, no hay que olvidar lo que muchos historiadores mexicanos han señalado: muchos fueron los pueblos mesoamericanos que terminaron uniéndose a los españoles para derrocar a un enemigo en común: los Aztecas, quienes eran considerados como un pueblo sanguinario y autoritarista (por usar términos contemporáneos). Y en estos mismos procesos, AMLO está exigiendo que el Vaticano se disculpe por el proceso evangelización, a pesar de que Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco ya lo han realizado en diversas ocasiones3.

Pero ya entrados en un auténtico revisionismo, habría que puntualizar: Hidalgo, Allende, Aldama y los primeros “independentistas” no se levantaron en armas para liberarnos del yugo español sino para evitar que la Nueva España cayera en manos de los franceses y pudieran devolvérsela a Fernando VII; que el primer visionario de una independencia fue Morelos y que los consumadores, pues ya no querían derramar sangre, fueron Guerrero e Iturbide.

También AMLO tendría que revisar que Benito Juárez no fue tan indigenista como se ha promovido, que tuvo hambre de poder y que -a pesar de haber recibido peticiones internacionales por diversos de sus hermanos masones- para no fusilar a Maximiliano de Habsburgo no cedió y lo fusiló; ergo AMLO a nombre de México tendría que pedir perdón al gobierno de Austria y sus descendientes si hubiera. De igual forma, habría que pedir perdón por la guerra cristera, por la persecución a la Iglesia en la Guerra de Reforma y un largo etcétera.

Sin embargo, de nada sirve exigir disculpas por el daño realizado a los pueblos originarios, si en el presente no existen políticas económicas y sociales para elevar su calidad de vida; como hacerlos parte, desde el primer momento, del Proyecto del Tren Maya. AMLO se está contradiciendo entre lo que exige y lo que otorga.

Si en verdad vamos a reflexionar sobre nuestra Historia, hagámoslo a fondo sin sesgo ideológico ni discurso político. Pura y auténtica ciencia para poder reescribir una Historia sin héroes ni villanos si no de Hechos y Protagonistas. Nadie fue, es, ni será perfecto como para ser tratado como un “dios cívico”.

Aunque me temo que estamos ante un discurso ideológico, mocho de visión y carente de sentido crítico y nada autocrítico.


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