Opinión

¿Y el gobierno de izquierda, apa?

jueves, 1 de octubre de 2020 · 17:09

Twitter: @AlfiePingtajo

Desde chico tuve la extraña costumbre de ver programas de debate o de contenido político que pasaban en tv abierta; no me perdía Zona Abierta de Héctor Aguilar Camín, Círculo Rojo de Carmen Aristegui y Javier Solórzano, escuchaba las repeticiones nocturnas que hacían por radio de El Mañanero y cuando podía lo veía por Canal 40 y lo seguí en todos los años que estuvo en ForoTv o Canal 4; de igual forma no me perdía la barra de opinión que pasaban en TvAzteca: la primera etapa de Entre tres, el programa de entrevistas que tenían Sabina Berman y Katia D´Artigues o el programa que tenían Leornardo Curzio y Ricardo Raphael; sin olvidar los comentarios que hacían puntualmente Carlos Monsiváis, Germán Dehesa y tantos más en el noticiero nocturno de Televisa. Siempre tuve la inquietud por entender lo que pasaba en México, a través de este tipo de programas; y sí, también leía los periódicos que encontraba en la oficina de mi papá. Luego vinieron las lecturas de novelas, ensayos, cuentos y demás que me ayudaban a ampliar el panorama. Y no podría olvidar las discusiones que los tíos tenían, después de comer, en las que solía meterme a opinar, aunque fueran temas que no se podían tratar frente a niños.

De una u otra forma, la llamada educación sentimental, fue parte esencial en la construcción de mi pensamiento. Siempre fui y sigo siendo una persona curiosa, y afortunadamente me he encontrado con personas que han seguido fomentado esa curiosidad.

Desde temprana edad comencé a entender que México sería un mejor país si el pensamiento religioso dejara de permear tanto en el inconsciente colectivo y por eso admiraba y aplaudía la labor realizada por los pensadores mexicanos del siglo XIX, que entregaron su vida por construir un país liberal y laico. Luego comprendí que el otro mal nos lo había dado la construcción de un discurso histórico más tendiente a lo maniqueo que a la imparcialidad del hecho. Estábamos ante escenas retratadas desde la subjetividad del relator, donde por supuesto su visión ideológica quedaba impregnada. Esta narrativa de analizar a los protagonistas del Historio de México como buenos y villanos ha facilitado la creación de discursos más tendientes a la separación que a la unión.

México se constituyó hace muchos años como un país democrático y las diferencias se discernían por medio de debates y en las urnas. Empero, la presente administración le ha dado por manejar el discurso donde existen los que están con la visión de país de AMLO y los que están en contra; y los segundos son considerados traidores a la patria, conservadores o neoporfiristas.

Esos enemigos son la lucha feminista, los familiares que tienen familiares desaparecidos por la guerra contra el narcotráfico, los miles de artistas, investigadores, científicos y demás que recibían un apoyo económico a través de un fideicomiso, en ese mismo saco están los miles de enfermos con cáncer que dejaron de recibir medicación y tantos más que no comparten la visión de AMLO.

Es muy triste que el Presidente de un país como México, desde la tribuna nacional y en su papel de Jefe de Estado, no quiera recordar toda la sangre derramada por la defensa a ultranza de un sinfín de ideologías.

AMLO necesita entender que México ya no es aquél en el que habitó Benito Juárez o Francisco I. Madero y que este nuevo país tiene, eso sí, muchas necesidades que ni la Revolución ni la Independencia lograron cumplir y se han ido agravando con el transcurrir de los años.

Sin embargo, AMLO está gobernando con la entraña y el resentimiento. Llegó a cobrar facturas. Para los que piensan como él: justicia y para los demás: la ley a secas.

A México le urgen voces críticas, líderes que sean capaces de defender todos los derechos ganados y que hoy se están viendo amenazados. A la oposición le urge recordar cómo ser contrapeso y, a los ciudadanos nos toca ser críticos sin importar quién nos esté gobernando.

La pregunta es ¿lograremos salvarnos o tan sólo seremos espectadores de una debacle?

Un Gobierno que no apoya e impulsa con auténticas políticas económicas, sociales e infraestructurales a la Ciencia, la Cultura y la Educación, y pretende aleccionar a sus habitantes con reflexiones provenientes del pensamiento religioso está más cercano al conservadurismo que una verdadera izquierda.

Tal vez, estamos ante una política camaleónica o no transformadora. O quizá, han optado por destruirlo todo para comenzar desde ceros.

Van dos años del sexenio de AMLO y la única forma de entender lo que está pasando es recurriendo a una vieja frase de Carlos Monsiváis:

“O ya no entiendo lo que pasa o ya pasó lo que entendía”.

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc. 

 

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