Twitter: @ErickValdepenas

En caso de que lo hayas olvidado, estamos en medio de una pandemia mundial, lo escribo para no olvidarlo. Con la accesibilidad a las redes sociales estamos constantemente bombardeados con recordatorios sobre los efectos y la progresión del virus. Con Denisse Dresser tuiteando que a Hugo López Gattell le quedo grande el saco; Lily Tellez hablando de negligencia criminal y una bola de boas buscando recuperar con bases en mentiras los privilegios perdidos en administraciones pasadas.

Pero no todo es pesimismo

Podemos encontrar consuelo en el hecho de que todos estamos en una posición similar de ser incapaces de interactuar entre nosotros de la manera que lo hicimos antes. Muchos de nosotros, especialmente los millennials y centennials, recurrimos a las redes sociales para sofocar este deseo de interacción humana. Podemos ver el papel de las redes sociales volviendo a su intención original, como una forma de mantenerse en contacto con personas importantes en nuestras vidas.

En los últimos años, hemos visto en aumento, algunos de los elementos más tóxicos de la presencia de las redes sociales en nuestras vidas. El ring del Twitter, la egoteca del Instagram o los niveles de vida poco realistas de los ‘paps’ en TikTok. La constante exposición a estos estereotipos, hace que muchos de nosotros intentemos proyectar versiones irreales, diferentes de nosotros mismos, por la necesidad de seguir “modelos” creados en la nueva era de la comunicación.

La pandemia nos ha permitido dar un paso atrás para actuar de diferente manera en el ecosistema digital, ya que ahora estamos mucho más limitados en la forma en que podemos vivir nuestras vidas. Los “influencers” están limitados para crear contenido de publicaciones en lugares fancy y fotos producidas, ahora hemos comenzado a ver que las redes sociales vuelven a fomentar estas formas positivas de comunicación, como mantenerse en contacto con personas que no podemos ver con la frecuencia de antes. El campo de juego se ha nivelado, afortunadamente.

Pienso que no deberíamos usar las redes sociales como una forma de vigilar a nuestros amigos, sino más bien como una forma de entretenernos y mantenernos conectados, que fue el pilar básico de las redes sociales en su creación.

También hay que ser muy realistas, esto no quiere decir que todos los aspectos negativos de las redes sociales hayan desaparecido como resultado de la pandemia, creer que esto sucedió seria engañarnos, basta con darte una vuelta en Twitter o en el TikTok de MauOtero.

Nuestro uso ciertamente ha aumentado exponencialmente en la medida que utilizamos las redes sociales como mecanismo para afrontar y sobrellevar este encierro obligatorio, mientras todavía nos sentimos conectados con personas fuera de nuestros hogares.

Pero, asimismo, hemos visto en aumento, en el uso de las redes sociales, la acentuación del stalkeo a nuestros amigos con base en su actividad. La falta de comunicación cara a cara, está empujando a muchos a ser acosadores digitales, checando últimas conexiones, post en redes, comentarios en publicaciones, etc., y creo que deberíamos hacer un alto para revisar cómo estamos reinterpretando nuestra relación con nuestros amigos cuando nos estamos sintiendo ignorando.

“No me respondió el tweet que le envié, pero les gustan los memes en Instagram”, o “No me hace caso en WhatsApp, pero están publicando en su TikTok”. Estas preocupaciones plagan nuestras mentes y nuestra abundancia de tiempo combinada con múltiples plataformas, a través de las cuales monitorear esta actividad nos lleva a pensar demasiado debido a que no podemos obtener respuestas e interacción en tiempo real.

Después del encierro, es importante que reconozcamos la importancia de mantener una relación saludable con las redes sociales.

Es por lo que, la comunicación verbal es vital y debe tener el doble de importancia: la mala comunicación puede llevarnos a proyectar nuestras inseguridades en nuestros amigos o familiares, pero no debemos permitir que esto nos impida mantenernos en contacto.

Existen personas que pueden estar pagando un precio mayor, el aislamiento no es igual de duro para todos, por tanto, mantener el contacto, especialmente a través de plataformas que pueden imitar con mayor precisión el contacto cara a cara (como FaceTime, Skype, Houseparty y otras aplicaciones de videollamadas) puede ser una gran herramienta para calmar y aminorar inseguridades y miedos.

Este no es un momento para probar nuestras amistades y relaciones, sino para reconocer que todos estamos pasando por un momento increíblemente difícil juntos. No deberíamos usar las redes sociales como una forma de vigilar a nuestros amigos, sino más bien como una forma de entretenernos y mantenernos conectados.

Ciertamente, las redes sociales se han convertido en una muleta para tener una sensación de normalidad durante el encierro, pero lo que está sucediendo es que estar desconectados unos momentos, en lugar de traer paz, nos produce ansiedad, sentimiento real de aislamiento y trae a nuestra cabeza pensamientos de desconfianza hacia los otros. Aprovechemos este rehab de las redes sociales y después del encierro, reconozcamos la importancia de mantener una relación saludable con ellas y aplaudamos el papel que jugaron en este difícil momento pandémico.