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En días pasados hemos visto un cambio notable en la comunicación respecto a la pandemia del COVID-19 en México, más allá del reporte técnico que López-Gatell presenta todos los días, la relación con medios de comunicación, los desplegados emitidos y la comunicación gubernamental se han desgastado y es necesario replantearlo.

¿Por qué replantearlo? Porque ahora enfrentamos un panorama muy distinto al de hace casi cuatro meses desde que se declaró la Jornada Nacional de Sana Distancia. En la Ciudad de México y en la mayor parte del país, el semáforo ha transitado a color naranja y el sector económico que se vio más afectado durante la Jornada tiene la oportunidad de intentar reponerse de todo lo perdido, en el caso de los comercios que sobrevivieron, no podemos olvidar la ola devastadora de desempleo que ha dejado a miles de familias sin sustento diario y ven más complicada su supervivencia día con día, sin que se brinden apoyos para aquellos que no son parte de ningún programa social.

También, vemos que el número de contagios y de muertes no se reduce como se había previsto y es entendible, estamos ante una pandemia de dimensiones incontrolables, pero no comunicarlo de forma entendible y oportuna sigue empeorando la situación. Desde hace mes y medio que se inició la Nueva Normalidad pareciera que la mayoría de las personas olvidaron que existe una pandemia y el riesgo sigue latente, incluso ha aumentado ahora que hay menos personas en casa.

En lugar de una comunicación oportuna y efectiva que dé cuenta del riesgo real que enfrentamos al salir de casa, ya sea a realizar actividades laborales o recreativas, estamos ante un gobierno que se deslinda de responsabilidades que no fue capaz de asumir desde un inicio.

Escuchar a López-Gatell decir que un repunte de la epidemia no los afecta y al gobierno tampoco, es una irresponsabilidad, una muestra más de la falta de empatía y un paso más lejano de la realidad que viven millones de mexicanos que se han visto mayormente afectados por esta crisis.

Seguir culpando a los medios de comunicación y continuar en la misma lógica de información, implicará el desgaste de un modelo que ya dio lo que tenía que dar durante los inicios de la pandemia, y que ahora es más como una batalla de quien tiene la razón en la interpretación de datos, que tampoco son certeros ni constantes a este punto. Mientras esto sucede, es una realidad que miles de personas salen a las calles todos los días, asumiendo que el riesgo se ha reducido, despreciando el uso de cubre bocas y violando las medidas sanitarias, sin entender que esta es una relación de corresponsabilidad, que no podemos culpar del todo al gobierno.

Como ciudadanía nos toca seguir las medidas sanitarias recomendadas para protegernos a nosotres y a nuestro entorno cercano. Pareciera increíble que a estas alturas hay personas que creen que el COVID es un engaño o desestiman sus efectos por conocer casos cercanos cuyos síntomas no se agravaron, pero no por eso podemos permitirnos caer en el error de bajar la guardia. En especial los jóvenes, si bien, ha sido de las poblaciones más afectadas en índices de desempleo durante los últimos meses, también hay actos de irresponsabilidad que pueden poner en riesgo a decenas, centenas y miles de personas por un respiro de libertad.

Si después de casi cuatro meses en casa o saliendo con máximas medidas de seguridad no hemos comprendido el alcance que tiene el virus y la facilidad de contagio, estamos destinados a un

escenario catastrófico (aún más del que ya tenemos) en el muy corto plazo. El gobierno llevó su modelo de comunicación a un hoyo del cual ya no puede salir y que incluso ha desdibujado la excelente labor que se hizo en un principio, pero es momento de que entendamos lo que nos toca hacer en esta Nueva Normalidad.

No necesitamos conocer más casos trágicos cercanos para asimilar el problema que enfrentamos, sigamos extremando precauciones. Después de todo, en algo tiene razón López-Gatell: el repunte de la epidemia nos afectaría más a la sociedad porque tenemos a un gobierno muy indiferente de la realidad que vivimos.

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