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El atentado contra el actual Secretario de Seguridad publica de la Ciudad de México ha dado para especulaciones, teorías, opiniones, puntos de vista y comentarios de expertos en Seguridad, de pseudo expertos y de la población en general. No es para menos, fue un evento que tuvo una vergonzosa relevancia no solo nacional sino internacional.

No pretendo hacer un análisis ni dar opiniones sobre el atentado que sufrió García Harfuch porque no tengo elementos de información fundamentada, sustentada, corroborada y veraz que me permitan analizar de forma crítica y objetiva. Lamentablemente las autoridades de la Ciudad de México y del Gobierno Federal nos han informado únicamente lo que, a su criterio, los ciudadanos deberíamos conocer, con el debido espectáculo necesario para el manejo mediático.

Mas allá del análisis del atentado, quiero apuntar sobre lo que significa y cuáles podrían ser las repercusiones.

Es importante tener en cuenta que el atentado García Harfuch no es único ni especial. Es una manifestación más del grave deterioro paulatino de la seguridad en nuestro país y del rápido escalamiento de la capacidad criminal de la delincuencia organizada.

Los atentados en contra de Secretarios de Seguridad Pública en México son uno de los métodos criminales empleados por la delincuencia organizada para “ocupar una plaza”, “alinear a las autoridades”, intimidarlas, “ajustar cuentas” por pactos no cumplidos y venganzas. En algunas ocasiones es simplemente para demostrar su capacidad criminal.

En 2009 el General de Brigada Mauro Tello Quiñones fue secuestrado, torturado y privado de la vida por una célula del grupo de Los Zetas. El General fue entregado por policías municipales de Cancún que formaban parte de la red de protección y corrupción de los Zetas. Dos escoltas del General también fueron privados de la vida. El General Tello Quiñones trabajaba en la depuración de la Policía Municipal de Cancún.

En 2012 el Secretario de Seguridad Publica de Tamaulipas Rafael Lomelí de origen profesional militar y Comisario General de la Policía Federal, sufrió un atentado con un autobomba. Dos de sus escoltas perdieron la vida. El Comisario Lomelí mantenía una estrategia frontal de combate a la delincuencia organizada en Tamaulipas.

En 2015, Julián Leyzaola, Secretario de Seguridad Publica Municipal de dos de las ciudades más violentas del mundo, Tijuana y Ciudad Juárez; sufrió un atentado que lo dejó parapléjico. Dos personas dispararon contra Leyzaola quien estaba en compañía de su esposa y su hija. Julián Leyzaola se caracteriza por ser un comandante de mano dura no solo con los criminales sino también con los elementos policiales en términos de disciplina.

No, el caso de García Harfuch no es nuevo ni excepcional. Aun no conocemos las razones que llevaron al atentado y probablemente nunca las sabremos. Este caso se suma a muchos más que han ocurrido en nuestro país y que son la evidencia de que las estrategias de Seguridad que se han implementado durante el siglo XXI están muy lejos de dar los resultados que los ciudadanos necesitamos. Es diferente en el manejo mediático y el uso político que se ha hecho del evento, pero no en los factores que lo podrían haber provocado ni en los posibles objetivos que el grupo de delincuencia organizada persigue.

Entonces, lo que significa el atentado del pasado viernes 27 de junio es:

· Lo que vivimos en la Ciudad de México es una situación a la que muchos mexicanos ya están acostumbrados. Los enfrentamientos en las calles, los secuestros y extorsiones, el cobro de piso, la violencia en general son parte de su cotidianidad. Para los que vivimos en la capital del país es una muestra de lo que nuestros compatriotas tienen que tolerar diariamente.

· La efectividad de las autoridades es exclusiva para los funcionarios de alto nivel. En tan sólo unas horas ya había mas de 10 detenidos y se tenía identificado al autor intelectual. Para todos los demás mexicanos, la justicia es simplemente un proceso de revictimización y un anhelo que raramente se cumple.

· La presencia de grupos de delincuencia organizada transnacional que operan en toda su capacidad en la Ciudad de México y que tienen vínculos consolidados con grupos locales de delincuencia organizada. Lo que administraciones anteriores de la Ciudad de México negaron a aceptarlo.

· No sabemos si la policía de la Ciudad de México tendrá la capacidad táctica, operativa y de equipamiento para atender situaciones de enfrentamiento entre grupos de delincuencia organizada que empleen armas de uso exclusivo del ejército. Un enfrentamiento de esta magnitud era una lejana posibilidad ahora es una realidad, como quedó evidenciado el viernes 27 de junio. Probablemente no será el último evento de este tipo en nuestra ciudad.

· La Seguridad Ciudadana sigue siendo un ariete político, es el instrumento predilecto de toda la clase política para culparse unos a otros y obtener algún capital de aprobación de gobierno. La población sigue en medio de sus disputas ideológicas y políticas mientras la delincuencia organizada continua su fortalecimiento.

En julio de 2020 sabemos que la estrategia de “Guerra” contra la delincuencia organizada no alcanzo sus objetivos. Tampoco la estrategia de prevención social de la violencia y la delincuencia fue exitosa. Hoy no funciona la estrategia de “abrazos, no balazos” y de militarización de la seguridad ciudadana.

La delincuencia común y organizada continua en incremento, mutando y adaptándose a entornos complejos, volviéndose cada vez mas resiliente. Mientras tanto los tomadores de decisiones y los encargados de diseñar políticas públicas en todos los órdenes de gobierno caminan en sentido contrario, pensando bajo paradigmas tradicionales que no son propios de la época y la realidad. Siguen empleando a la Seguridad como un medio de ataque político olvidando que es una función establecida en nuestra Constitución que requiere coordinación y cooperación, que la Inteligencia es un instrumento para la toma de decisiones y no un impactante discurso político.

Espero que este evento sea un elemento disruptivo que obligue a repensar la estrategia de Seguridad que hoy se desarrolla, que los tomadores de decisiones y los encargados del diseño de política pública se atrevan a pensar fuera de la caja y que sigan la idea de uno de mis mentores: la seguridad se puede alcanzar diseñando el futuro.

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