Twitter: @MarkoEstradaS

Estamos a poco menos de un año para la elección que en varios estados definirá ayuntamientos, diputados locales y federales, así como 15 gobernadores. La cosa no es menor. Es por eso que, por si no lo han notado, los partidos políticos y sus principales representantes se están dando con todo, hacia afuera y hacia adentro. Tan solo hay que recordar los jaloneos que se han suscitado entre los senadores de MORENA ––el partido del presidente––, Ricardo Monreal y Martí Batres.

Repito, este proceso intermedio no es para menos; tiene a muchos políticos preocupados. No obstante que está documentada una menor participación ciudadana en las elecciones intermedias; es decir, en las que no se elige al presidente de México, es posible un mayor involucramiento ciudadano en las elecciones de 2021. Estamos frente a un proceso que tiene como gobierno federal a un partido nuevo. Este aspecto puede generar un comportamiento de los electores no antes visto en otros procesos.

Es muy probable que el partido en el poder, MORENA, vea muchas pérdidas. A diferencia de la elección pasada, cuando el entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador era garantía de triunfo, en la contienda de 2021 los candidatos locales sí tendrán que hacer campaña, ya no tienen aquél voto en cascada que durante 2018 AMLO promovía para su partido.

Una simple foto con el rayito de esperanza ––tal vez ahora es todo lo contrario–– ya no será suficiente.

Seguramente los más recientes sondeos electorales no tienen muy contentos a los aspirantes de MORENA, mucho menos al presidente López Obrador. Y es que, salvo algunas excepciones, los ciudadanos están inconformes con esos gobiernos locales, tanto municipales como estatales.

El pueblo está desaprobando a los gobiernos de MORENA, la reelección es una posibilidad lejana para ellos.

Siete de los diez alcaldes con menor aprobación en el país son de MORENA, dos del PAN y uno de Movimiento Ciudadano. De igual manera, aquellos municipios con mayor percepción de inseguridad son del partido del presidente.

Aunque la aprobación del presidente López Obrador supera los 50 puntos, esto no se replica con los gobiernos municipales de su partido. Salvo el caso de la presidenta municipal de Hermosillo, Sonora, Célida López, que cuenta con una aprobación de 55.3%, ningún otro alcalde llega a los 50 puntos porcentuales.

Massive Caller (junio de 2020), Medición mensual de alcaldes.

Ahora bien, aunque ese 50% de aprobación para el presidente mexicano no es menor, tampoco es un número alegre. Por un lado, su aprobación ha ido en picada, ya que inició con 62.6% y decayó a 50.1% en mayo de este año.

Por otro lado, ese nivel de aceptación no es único, Vicente Fox tenía el mismo 50.1% de aprobación en su sexto trimestre de gobierno; Felipe Calderón incluso logró una aprobación de 61.3%. Y como dato complementario, Enrique Peña tuvo 48.7% durante el mismo periodo.

Porcentaje de aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador, de noviembre de 2018 a mayo de 2020. Adaptado de Mitofsky (mayo de 2020), Aprobación presidencial. Sexto trimestre de gobierno.

La tendencia de desaprobación del presidente López Obrador, al sexto trimestre de gobierno, se parece más a la desaprobación de Peña Nieto que a la tendencia de aprobación con la que arrancó la tan esperada alternancia política que llegó con Vicente Fox en el año 2000.

Porcentaje de aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador, de noviembre de 2018 a mayo de 2020. Adaptado de Mitofsky (mayo de 2020), Aprobación presidencial. Sexto trimestre de gobierno.

Ahora ya podemos entender porqué el presidente Andrés Manuel López Obrador está tan preocupado por las BOAS, por sus opositores ––que tampoco son realmente unos opositores competitivos, pero esa es otra historia––, y por la presunta fragilidad de las instituciones democráticas ante el permanente “complot” y un latente “fraude”.

En resumen, a menos que el presidente y los gobiernos locales de su partido se pongan las pilas; que haya coherencia entre sus acciones de gobierno y sus pronunciamientos, o mejor aún, que haya resultados tangibles de lo que tanto prometieron en campaña, difícilmente podrán seguir ganando elecciones.

Pareciera que la oposición lleva las de ganar, aunque tampoco la tiene fácil. Al día de hoy no existen verdaderas alternativas políticas capaces de desplazar a MORENA.

El desprestigio de los partidos políticos más grandes e importantes de México es demasiado y no han hecho mucho para cambiarlo. Entre sus perfiles permanecen políticos impresentables que en distintos momentos de la historia, desde diferentes cargos públicos, han traicionado a los mexicanos.

Una cosa es cierta, la oportunidad de construir un camino hacia la próxima elección presidencial está en lo local; hoy la posibilidad de triunfo está en los municipios y en los estados.

Por el bien de México, hagamos prevalecer los valores democráticos. Eso contempla la protección al voto libre y secreto.