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Trump minimizó el peligro del coronavirus. En el Estado de la Unión comentó que estaba coordinando con el gobierno Chino y que se estaban tomando todas las medidas para proteger a los norteamericanos. Al principio de la crisis dijo que la gripe común era un riesgo mayor. En otro pronunciamiento dijo que la amenaza quizás desaparecería en abril por el calor. También dijo que esto era una nueva farsa de los demócratas (en alusión al intento de juicio político).

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Otro día dijo que miles de personas mejoraban solo por ir a trabajar. Estos mensajes del Presidente han tenido consecuencias importantes en su imagen en la opinión pública. Dos encuestas recientes muestran problemas para el Presidente. En el estudio del Pew Research Center 65% piensa que Trump fue muy lento en tomar acciones significativas para enfrentar la amenaza del COVID-19. En otro estudio de NBC News/Wall Street Journal igualmente 65% piensa que Trump no se tomó suficientemente en serio la amenaza del Coronavirus.

Hay un tercer estudio de YouGov/The Economist y los resultados no son mucho mejores, 57% cree que Trump se demoró demasiado en reaccionar. Esta encuesta tiene un dato que debería preocupar más al Presidente, 53% no cree que el Presidente sea honesto sobre la amenaza del coronavirus. De manera similar, el estudio mencionado antes de NBC News/Wall Street Journal resalta que solamente 36% confía en los pronunciamientos y declaraciones del Presidente.

El Presidente ha sido errático y por momentos contradictorio en el manejo de sus ruedas de prensa diarias sobre el Coronavirus. Sobre China primero alabó el trabajo que estaban haciendo, pero luego comentó que estaba molesto porque “debieron habernos dicho antes sobre esto”. No hace tanto tiempo el 6 de marzo dijo que mucha gente continuaría viniendo a los Estados Unidos a hacer negocios y turismo. Cinco días después anunció el cierre de fronteras.

La lista de contradicciones es larga. Planteó que esperaba una posible apertura del país el domingo de pascua. Ha propuesto en más de una ocasión posibles medicamentos/tratamientos alternativos que debieran considerarse y que no están aprobados por la FDA. Dijo palabras más , palabras menos que él podría si quisiera tomar la decisión final7 por encima de los estados en cuanto a flexibilizaciones de las medidas y comenzar a pensar en una posible apertura. Pocos días después tuvo que reconocer que la decisión la deben tomar los Gobernadores.

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En medio de la crisis Trump por momentos pareciera querer repetir su fórmula electoral de 2016 de “dominar la agenda” en base a declaraciones políticamente incorrectas y de definir culpables/villanos/enemigos en su narrativa. Por eso vemos sus peleas con la Organización Mundial de la Salud (OMS), con los Demócratas, y sin olvidar su retórica permanente en contra de los inmigrantes.

Sobre la OMS no solo los ha criticado, sino que además ha prometido dejar de financiarla. A diario enfrenta en Twitter a los Gobernadores Demócratas con el argumento de que se quejan mucho y no hacen lo suficiente. Sus ataques contra la Speaker, Nancy Pelosi es difícil no pensar que ya cruzaron una línea personal cuando le dice “loca” o “política de tercera categoría”. Terminando de escribir estas ideas Trump anuncia la suspensión de inmigración hacia Estados Unidos “para proteger los trabajos de los grandes ciudadanos norteamericanos”.

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Lo que antes le funcionaba pareciera haber perdido su magia. Los norteamericanos no están confiando en su presidente y perciben que no fue efectivo en el manejo a tiempo de la crisis. Mi hipótesis personal es que su modelo de comunicación acentúa atributos que son negativos en medio de una contingencia como la que vivimos: errático, imprevisible, confrontativo, egocéntrico, temperamental, polarizante, divisivo. Incapaz de generar certezas e incapaz de unir al país alrededor de una causa.

Por supuesto que la campaña de Biden también tiene muchos desafíos especialmente para generar atención mediática en medio de la pandemia. Sin embargo todo indica que la elección 2020 será Trump vs. Trump. Las incoherencias y contradicciones de Trump tendrán un rol clave en los spots que veremos desde ya hasta los próximos meses. Y este es el contraste al que debe apostar Joe Biden. Previsible vs. Imprevisible. Capaz de unir al país vs. divisivo. Inclusive los ataques de Trump cuando le dice “Sleepy Joe” pueden hacer quedar mal a Trump. Un candidato peleando solo no se va a ver bien en un momento donde se reclama calma.
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Quedan dos grandes batallas por delante. La primera tiene que ver con la re-apertura del país. El presidente anunció lineamientos para que cada Gobernador decida como y cuando re-abrir sus economías8. En paralelo comenzó a criticar a ciertos gobernadores que supuestamente tienen medidas demasiado estrictas y también ha respaldado informalmente movimientos anti-cuarentena. Los ciudadanos demandan certezas que Trump no genera. Mientras el Presidente promueve reabrir el país lo antes posible, el mismo estudio de NBC News/Wall Street Journal resalta que 60% piensa que abrir demasiado rápido la economía agravaría la pandemia.

La otra gran batalla a observar que tendrá grandes consecuencias en la elección es la ejecución del paquete de ayuda económica: Trump puede ser premiado y también puede ser castigado. ¿Le llegará a tiempo la ayuda a la gente que más lo necesita? ¿Llegarán los cheques a tiempo? Solo en las últimas tres semanas se habían registrado 22 millones de nuevos desempleados. ¿Cuándo le den billones de dólares a grandes empresas, bancos o aerolíneas, como percibirá estas ayudas el electorado?

Después de perder la confianza del electorado es muy difícil recuperarla. Biden tiene que hacer mucho caso a la frase que se le adjudica a Napoleón Bonaparte “cuando veas a tu enemigo equivocarse, no lo interrumpas”.
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