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Niñas abusadas sexualmente por sus padres, mujeres golpeadas por su esposo, jóvenes maltratadas emocionalmente por sus parejas en el silencio del hogar, con paredes mudas y ventanas que no dejan escapar los gritos de auxilio.

Si no tienes a dónde ir, si no tienes a quién contarle, si tu grupo de apoyo está cerrado o si no puedes refugiarte en casa de una amiga ¿qué haces?

El brote de Covid-19 y las restricciones de movilidad para tratar de evitar su propagación, revelaron la dolorosa realidad que enfrentan aquellas mujeres que viven con una pareja abusiva y violenta. 

El hogar está muy lejos de ser un lugar seguro para muchas y en época de cuarentena obligatoria se ha convertido en un espacio especialmente peligroso.

Basta revisar la estadística: en la ciudad China de Jingzhou de la provincia de Hebei, el colectivo feminista Under the Blue Sky reportó que en febrero recibieron 175 denuncias de violencia doméstica, tres veces más que las 47 denunciadas durante el mismo mes del año anterior.

En Europa según el Ministerio de Igualdad de España las llamadas al 061 teléfono de atención a víctimas de violencia de género aumentaron 12.4 por ciento durante las primeras dos semanas del confinamiento decretado por el Gobierno, en comparación con el año pasado.

En Francia, el gobierno anunció que reubicará a víctimas de violencia doméstica en habitaciones de hotel y financiará 20 centros de asesoramiento en tiendas de autoservicio para que las mujeres puedan pedir ayuda cuando salen a comprar comida. Según cifras del Ministerio de Igualdad de Género las denuncias de violencia doméstica en París han aumentado 36 por ciento y 32 por ciento en el resto del país.

En América Latina y El Caribe, la región más letal para las mujeres, la situación es alarmante en un contexto de encierro como el que se vive actualmente ante lo que parecen ojos ciegos a una realidad vergonzosa que en muchos casos no tiene siquiera el frío registro de una cifra. 

Vesna Madariaga Gjordan, vocera sindical de la Coordinadora Feminista 8M y presidenta de Asociación de funcionarios y funcionarias del Ministerio de la Mujer en Chile (Anfummeg) advirtió que desde que se decretó cuarentena total, en siete comunas de Chile el número de llamadas de socorro y ayuda en materia de violencia intrafamiliar aumentó 70 por ciento y hubo al menos ocho intentos de feminicidio.

“Estamos altamente preocupadas como Coordinadora Feminista 8 de marzo y hemos levantado un plan de emergencia para llegar a las mujeres desde un mensaje de trabajar en conjunta con solidaridad desde la comunidad para abordar la violencia contra la mujer y poder prevenir situaciones que tengamos que lamentar”.

En Colombia según datos de la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer en lo que lleva la cuarentena obligatoria y hasta el corte del 31 de marzo, la Línea Púrpura atendió mil 101 llamadas.

La vulnerable y precaria realidad que viven millones de mujeres en sus hogares hace urgente que los gobiernos incluyan como parte importante de su estrategia para hacer frente a la crisis por el Covid-19 la prevención y atención a estos casos.

Si no podemos siquiera en este momento de crisis crear espacios seguros para las mujeres y niñas en el propio seno familiar ¿qué mundo nos espera afuera cuando esto pase?