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La madrugada del 5 de abril, un grupo de hombres encapuchados y armados entraron ilegalmente a la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (FES-A) en Naucalpan, Estado de México. Dentro de las instalaciones, se encontraban compañeras en espacios académicos que habían recuperado en semanas previas, sin agresiones, de forma pacífica y siguiendo las recomendaciones sanitarias, en la medida de lo posible.

Cabe destacar que, a pesar de que la FES-A anunció que a partir del 17 de marzo suspendería labores por la contingencia del COVID-19, las compañeras reiteraron su resistencia dentro de los espacios y las autoridades las sometieron a situaciones no dignas al no brindarles luz ni agua, que ellas mismas denunciaron días después, así como hicieron con la detención de compañeros que se solidarizaron con su lucha al llevarles víveres.

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No obstante, los atroces actos que sucedieron este domingo dejan una profunda confusión y coraje ante la negligencia institucional. En primer lugar, no es fortuito que un grupo de 7 a 10 hombres fornidos y armados entren a la Facultad burlando al personal de seguridad que se encontraba resguardando y que tenía la obligación de cuidar a las compañeras que se encontraban dentro del espacio liberado. Este grupo de hombres, protegidos con chalecos antibalas, con bates, tubos y con material para incendiar violentaron brutalmente a personas que se encontraban en otro espacio tomado hace más de 20 años para proseguir con la agresión hacia las compañeras del cubículo recién liberado.

Las hirieron y pusieron sus vidas en riesgo al provocar fuego cuando lo único que hacían era resistir pacíficamente durante una contingencia. ¿Con qué propósito? ¿Sacarlas de la Facultad para recuperar el espacio cuando se avecinaba la semana vacacional, cuando se enfrenta una contingencia y ningún alumno asiste a clases? ¿Para encontrarlas solas, en un momento vulnerable y en condiciones donde no pudieran encontrar respaldo? Puedo continuar con miles de preguntas que, por ahora, no tienen respuesta. Pero lo que sí sabemos es que hay compañeras heridas resultado de actos terroristas de un grupo con acceso a armas y que puede irrumpir en instalaciones universitarias de la institución que presume ser la mejor: la Universidad Nacional Autónoma de México.

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Las compañeras heridas no fueron tomadas en cuenta en uno solo de los comunicados institucionales, al contrario, fueron evidenciadas mediante fotos tendenciosas que buscaron demostrar que quienes resistían no hacían otra cosa más que causar disturbios, tomar alcohol y leer sobre la anarquía. No sé si es más grave que las autoridades se esfuercen por deslegitimar una lucha con sesgos ideológicos tan pobres o que nos quieran ver la cara de estúpidos a los estudiantes que somos testigos de la negligencia con que han sido tratadas las exigencias de las compañeras.

Esto lo escribo como alumna y testigo de lo sucedido a principios de este semestre. No olvido las burlas de las autoridades ante el cinturón de protección que formaron las compañeras que fueron agredidas aquella tarde. Desde ese día entendí que no importa la supuesta disposición que tienen para dialogar, las compañeras que han resistido entienden que esas intenciones no son genuinas si no hay acciones concretas detrás y sí, lo único que hemos obtenido a cambio son promesas vacías, foros que no transforman ninguna realidad ni buscan justicia. Tenemos una Comisión Local de Equidad de Género que no sirve porque no busca servir.

Lo que sí tenemos son profesores indignados que rechazan los daños al patrimonio universitario, que ignorar el terrible riesgo al que fueron expuestas y las omisiones ante las denuncias y exigencias. Y también somos un alumnado que ha fungido como cómplice al no respaldar a las compañeras.

Solo quiero que imaginemos por un momento (aunque no será posible) el terror que sintieron las compañeras al ser atacadas de la manera tan brutal por resistir en una lucha legítima que ha sido ignorada y que se criminaliza, sin ninguna certeza de una defensa que les permitiera hacer frente. Y si no queremos ni podemos imaginarlo, leamos la relatoría que nos compartieron y comparemos con los comunicados institucionales que encuentran en todos los medios de la Facultad.

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Cabe mencionar que los espacios son espacios distintos, el cubículo A-906 tiene más de 30 años ocupado y el cubículo que…

Publicado por Argüenderas y Revoltosas en Domingo, 5 de abril de 2020

 

No podemos continuar en la misma indolencia y omisión ante actos terroristas en contra de nuestras compañeras. Ellas se encuentran heridas y con ganas de seguir resistiendo, lo mínimo que podemos hacer es respaldarlas y no seguirlas criminalizando ni victimizando. Si estos actos en su contra se permitieron llegar tan lejos, no podemos permitirnos a esperar lo que suceda después porque podría ser muy tarde.

Si las autoridades no lo comprenden y piensan que es una guerra de ellos contra las compañeras, nosotros como alumnado podemos marcar la diferencia. El verdadero enemigo es el machismo perpetuado y encubierto, no las compañeras valientes que se han atrevido a alzar la voz. No al terrorismo y encubrimiento de abusadores, sí a la resistencia y lucha por la justicia organizada.

Si está en tus posibilidades ayudar a las compañeras, aquí puedes hacerlo:

Fuente: Yess Corral Urbina