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Octubre de 2019, habían finalizado las celebraciones patrias y la sociedad mexicana se encontraba preparando los próximos días festivos del 1 y 2 de noviembre. Se vivía la noticia cotidiana de violencia, la preocupación económica por la falta de inversiones y el trabajo legislativo para aprobar el paquete económico 2020. Para diciembre del mismo año, los mexicanos nos encontrábamos con “tranquilidad”, nada fuera de lo común. Incluso, después de darse a conocer la noticia sobre lo sucedido en Wuhan, China, solamente se esperaba iniciar el año nuevo con mejores expectativas de vida y progresividad, sin tomar en cuenta lo que podría pasar más adelante. Se creía que aquella epidemia conocida actualmente como COVID-19 era un caso aislado e inocuo. Pero resultó ser todo lo contrario, hoy vivimos los resultados de una falta de atención mundial.

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México con COVID-19

A unos cuantos meses de conocer este nuevo virus que ha puesto al mundo de cabeza, en nuestro país se están tomando las medidas estrictas que debieron haberse puesto en práctica desde el primer momento de confirmarse al primer infectado, el cual se detectó en la Ciudad de México. Sin embargo, se siguieron protocolos de expectativas y no de reacción inmediata de prevención y protección. Esto con la finalidad de no perjudicar directamente a la economía nacional y no alarmar a la sociedad en general.

Como consecuencia de una falta de atención de la población y autoridades locales el virus se fue propagando de una manera acelerada provocando hoy en día el contagio de 1,096 personas, 2,623 sospechosos de infección y 28 muertos en todo el país.

Por un lado, la reacción de algunas autoridades en toda la República Mexicana fue a destiempo, es decir, no hubo coordinación para crear los protocolos óptimos que permitieran la identificación temprana de personas infectadas y el rastreo de otras con las que pudiese haber tenido contacto.

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Por otro, la restricción a los centros turísticos y eventos masivos en todos las entidades federales con la finalidad de prevenir y no lamentar lo que está sucediendo en estos momentos.

Estragos por COVID-19

Lamentablemente no contábamos con protocolos de contingencia sanitaria, mucho menos en temas laborales. La preocupación del sector empresarial es la conservación de su riqueza, posiblemente razonable. Sin embargo, la mayoría del sector privado no tienen protocolos de emergencia ante situaciones de emergencia y seguridad nacional, es decir, en este caso de contingencia sanitaria de preocupación mundial no manejan esquemas de control de capital humano para trabajar a distancia. Como consecuencia de esta prevención se han despedido a miles de trabajadores y, en el mejor de los casos, por así mencionarlo, la suspensión de labores con el cincuenta por ciento del salario contractual, ya que COVID-19 ha causado estragos más allá del ámbito sanitario que, seguramente, afectarán por el resto del 2020.

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Reflexión

Dos aspectos fundamentales:

El primero, para el ámbito laboral en el cual me enfoco de manera constante es realizar protocolos de contingencia con el objetivo de mantener la estabilidad económica, financiera y laboral en toda el país, ya que en un futuro se pueden presentar fenómenos naturales o de cualquier otra índole que puedan provocar lo que hoy en día vivimos, estragos. De esta manera, se podría garantizar la seguridad y estabilidad para los trabajadores, comerciantes y empresas. De la misma manera, apoyar las finanzas públicas estabilizando la economía nacional.

El segundo, y que podríamos considerar el más importante. En esta “cuarentena” debemos reflexionar de manera personal y social, ya que en diversos medios de comunicación y redes sociales se han publicado los beneficios que ha tenido la naturaleza y, sin duda alguna, el planeta entero sin la presencia de los seres humanos en el exterior sobreexplotando los recursos naturales y contaminando el medio ambiente. El mensaje es claro y contundente ¿Quién es el verdadero virus en el planeta?

Más allá de una reflexión política-económica debería ser de tipo social-humana que permita esclarecer las actuaciones de nuestra especia frente a otras más vulnerables. Debemos aprender a coexistir con los ecosistemas y emprender nuevas rutas críticas para cuidar el único hogar que tenemos, ya que el ser humano es la única especie en el planeta que lo tiene todo y a la vez le falta lo más esencial que nos distingue entre otras especies, racionalidad y conciencia.

Coincido con el subsecretario Hugo López-Gatell en el sentido de la declaración realizada el pasado 28 de marzo al mencionar que estamos a tiempo de contrarrestar la propagación el virus COVID-19, pero más allá de combatir al virus en el cuidado personal y familiar, estamos a tiempo de combatir la extinción de las especies del planeta cuidando nuestra naturaleza dejando ser egoístas pensando en una sola generación y dejando la responsabilidad a las próximas. El cuidado debe ser general y oportuno.

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