Twitter: @JesusFraRom

“La pandemia va durar cuatro meses”. “Ya estamos en Fase 3”. “Esto se parece a una serie creada por Stephen King y ambientada por Tarantino”. Frases más, frases menos, son las que leemos a diario en las redes. Mientras las leo, el otro día en una playlist aleatoria comenzaron a sonar una canción que me trae recuerdos de mi pubertad: It’s the End Of the World (as we know it). Sí, el fin del mundo al menos como lo conoces. Grabada en 1987 por R.E.M., esta magnífica composición bien puede ser el himno de los tiempos modernos que nos han tocado vivir.

YouTube video

A mi generación, esa nacida en la década de los ochenta. Le ha tocado vivir un par de crisis económicas que dejaron a muchos en la lona y que hoy siguen ahí. El periodo pos guerra fría y un extraño acomodo de las nuevas potencias con Estados Unidos, Rusia y China a la cabeza. Otros hechos históricos como invasiones norteamericanas a tierras del Medio Oriente en busca de un oro negro que cada vez se devalúa más con la ayuda de los saudíes.

Te puede interesar: China devalúa el yuan en respuesta a guerra comercial con Trump

“Con las furias respirando por tu cuello”, dice el treceavo verso de la canción. Una frase que cualquiera podría tatuarse hoy. Una frase que nos refleja el marzo 2020 que dejamos de vivir y el abril 2020 histórico que viviremos. En el encierro. Y es que el coronavirus ha destruido el mundo tal y como lo conocimos. Nos puso de bruces con una realidad que a muchos nos parecía distante: extrañar a tus padres, a tus colegas de trabajo, a la familia que no vive tan lejos pero hoy no puedes ni recordarlos por su olor del día.

El coronavirus ha destruido cualquier dinámica convencional.

La Ciudad de México, mi caso, me ha sorprendido con su quietud y su inamovilidad. Lo que no es que la gente siga haciendo oídos sordos al mensaje…¡Quédate en casa! Total, el mexicano es chingón e invencible.

Te puede interesar: Patrullas reproducirán audio en CDMX para que te quedes en casa

El fin del mundo como lo conocemos ya llegó. No se necesitó hacer un solo disparar o soltar una bomba biológica creada. Esta llegó solita. Nos mostró, sí, el coronavirus, lo endeble que somos. Su tamaño (un cuarto de cabello) mostró la grandeza que tiene el universo y la madre tierra para arrodillarnos.

Pero hay algo que se resiste a cambiar. Son los políticos. Esos viejos animales que buscan a la presa más débil para marcar y demostrar que siguen siendo dueños del territorio. Desde hace varios años he sostenido que los políticos mexicanos deberían ser de carrera y no hecho a las carreras. La muestra es clara: los mismos de siempre opinando…lo mismo de siempre. Los nombres son conocidos, pero analicemos su conducta en las últimas semanas. No dejan de criticar cualquier movimiento oficialista. Su capacidad de maniobra se basa en la descalificación. Su capacidad de análisis está en mostrar el error del otro. No hay capacidad de propuesta y la vorágine de las redes se alimenta de eso…del morbo que guarda la descalificación. O también de las #FakeNews.

Puedes leer: Spring Breakers que viajaron a Cabo San Lucas dan positivo a coronavirus

Ojalá esta pandemia jubile a esos políticos que no buscan más que hacer propuestas en las que sus clics, likes, favs y RTs detonen de manera exponencial.

O, seamos honestos, ¿qué nos ha dejado Marian Gómez del Campo, la flamante vocera digital del PAN, o el Calderón tuitero que quiera armar bronca con todos? O ya si nos vamos a ligas mayores, un Lozano que tuitea por la herida. Todos ellos, sumados a los invisibles priistas, deberían darle las gracias al coronavirus, porque si no no estaríamos hablando de ellos…y sus pifias. Ojalá el fin también llegue para ellos.