Twitter: @AlfiePingtajo

En Septiembre de 2017, aún forma parte de las personas que habitan en la Ciudad de México, tuve la experiencia (para bien o para mal) de sentir el temblor. Probablemente, el más fuerte que vivió el país después del acontecido en 1985. En esos años era el encargado de las redes sociales del Fonca. Durante el tiempo de contingencia, en lugar de subir la agenda cultural del país, me tocaba compartir todavía la información oficial que emitía Protección Civil o el Gobierno Federal sobre las acciones que se estaban realizando posteriores al sismo.

Las semanas que duró la contingencia se cancelaron obras de Teatro, conciertos y algunas zonas como la Roma, Condesa y más permanecieron cerradas por un rato. La vida, recuerdo, se detuvo por un tiempo.

El encierro y mi monitoreo constante de las redes sociales generaron en mí una sensación terrible.

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De unos años para acá soy tendiente a sufrir episodios de ansiedad/depresión.

La densa calma o la excesiva presión son fatídicas para mi estabilidad mental y emocional.

La forma en que logre controlar un poco la situación fue viendo menos noticias.

Ahora, un nuevo encierro se vislumbra.

La vida amenaza con ponerse en pausa nuevamente.

A algunos los invade el temor de la propagación del COVID19 y a mí me aterra más las consecuencias económicas que se vienen y la gran posibilidad de -por unos cuantos días- inscribirme en una involuntaria rutina.

Habrá quienes digan que, teniendo Netflix, sky, ps4 y libros se antoja imposible una rutina. Sin embargo, el hecho de estar confinado a un mismo espacio, todo el tiempo y con la misma gente me es complejo.

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Necesito del factor sorpresa, la improvisación y la movilidad. No soy una persona que pueda estar en un mismo espacio y con la misma gente. Me altero a niveles astronómicos. Si no puedo cambiar de espacio, necesito cambiar de personas. Me harto fácilmente.

No soy fanático de las conspiraciones, aunque soy un apasionado de las sociedades secretas y el sinfín de historias y mitos que existen alrededor de las mismas. Soy una persona que pregunta mucho y analiza más de la cuenta (aunque eso no me lleve necesariamente a buen puerto).

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Esa ansiedad que me invita a ir más allá me lleva a preguntar:

· ¿Por qué nadie reacciona ante los temas de salud mental-emocional como ante el COVID19, cuando es claro que existen personas más afectadas por temas como la depresión y la ansiedad?

· ¿Por qué no se actúa con el mismo temor ante otro tipo de virus como los distintos tipos de influenza, que está demostrado es más mortal?

· ¿Por qué no se exigen más políticas sociales y sanitarias ante los distintos tipos de cánceres?

Si le sigo rascando, seguro encuentro más dudas razonables, alrededor de otras enfermedades más letales para el mundo y México.

A veces, pienso que Naomi Klein y su famosa “doctrina del shock” ahora tiene más fuerza que nunca. El miedo que las redes sociales y exceso de información han contribuido a una especie de miedo colectivo asombroso.

Hace once años México fue la “zona cero” de la influenza h1n1 y salimos avante, siendo que nos agarró infraganti. México fue reconocido a nivel mundial por la capacidad de reacción y la implementación de adecuados protocolos. Esas autoridades que estuvieron al frente de dicha crisis, son las mismas que están al frente de los temas referentes al COVID19.

No confío en AMLO ni en el 90% de su gabinete.

Tengo esperanzas en Alejandra Frausto y las propuestas culturales para sobrellevar la contingencia del COVID19, y estoy firme que Hugo López-Gatell logrará sacarnos avante; tal y como pasó hace once años. Concuerdo que, si la curva de muertos y contagios no ha avanzado, tiene que ver con el hecho de haber tomado medidas correspondientes a la Fase 2 o 3, aún estando en la Fase 1.

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Perdón si no me sumo a su miedo, pero más que darme miedo contraer el COVID19; me da pavor la inestabilidad mental-emocional que me pueda generar el encierro y la falta de actividades, sumado al temor de una posible crisis económica derivada de este paro.

Todos están preocupados por el COVID19, pero pocos piensan en las consecuencias que un momento así puede generarle a un sinfín de mexicanos que no pueden darse el lujo de parar y para otros tantos cuya ansiedad, depresión o cualquier otra enfermedad mental/emocional pueda provocarles este encierro involuntario.

Repito no digo que no debamos cuidarnos y estar alertas ante el COVID19, pero digo que existen otros temas que no vislumbramos y son de igual importancia.

Episodios negros del COVID19

¿Qué karma estamos pagando los poblanos para haber padecido al pederasta de Mario Marín y ahora fumarnos a Miguel Barbosa y sus absurdas declaraciones ante el tema del COVID19?

Receta (humor para no morir)

Tengan en casa Tequila, Mezcal, Cerveza y Coca-Cola para tomar. Seguro matan cualquier virus, sobre todo con la Coca-Cola (ya ven que le achacan tantos milagros sobre la limpieza de metales y tazas de baño).