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-Un buen periódico es una nación hablándose a sí misma.
Arthur Miller
Una de las funciones esenciales de la prensa es cuestionar al poder. Al vigilarlo se busca regular su actuación, a través de la generación de una opinión pública ampliamente informada, evitando así que los abusos queden impunes y queden al descubierto las mentiras o desviaciones de la realidad.
Eso es el deber ser del periodismo.
En muchas ocasiones no sucede así y el noble trabajo de informar, tal y como lo calificaban García Márquez y Kapu?ci?ski, se contamina de egos competitivos, posiciones políticas intransigentes e intereses de grupo, desvirtuando su objetivo original.
La urgencia de información inmediata y sin el debido procesamiento y verificación tampoco ayuda a esta labor.
Esto es aún más grave cuando una comunidad se encuentra dividida y polarizada políticamente, como es el caso de México. Sume una emergencia sanitaria que ha provocado medidas de control extraordinarias y una población dispuesta a creer desde la existencia del chupacabras hasta el escudo protector de una estampita del corazón de Cristo y tendremos un coctel molotov a punto de estallar.
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El proceso de fallas informativas lo pudimos atestiguar de forma clara en dos ocasiones en menos diez días, lo cuál dejó mal parados a periodistas consagrados y medios normalmente confiables: el anuncio de la muerte del ingeniro Kuri y el supuesto albazo reeleccionista de los diputados.
#JoseKuri viajó con otros empresarios que resultaron contagiados y al no tener conocimiento que padecían el #coronavirus contagiaron a su círculo cercano ??https://t.co/z0iRQng9EM
— Gluc (@GlucMx) March 17, 2020
En el primer caso se anunció a toda prisa que el primo del hombre más rico de nuestro país era la primera víctima mortal del COVID-19 a nivel nacional. En el segundo caso las redes explotaron en furia porque se ignoraba que la reelección legislativa estaba prevista para 2021 desde la reforma constitucional de 2014 y solamente se generó la normativa que regula este derecho.
En resumen ambas noticas eran sumamente atractivas y completamente erróneas.
Sin caer en las descalificaciones facciosas tan de moda y dejando a un lado las teorías conspirativas, ambas pifias son graves ya que dejaron expuestas las peores prácticas de los medios informativos y sus estrellas en la época digital, al tiempo que echaron más leña al fuego de la polarización militante (tanto de chairos como fifís).
Vivimos la era de la desinformación digital sistemática, de las fakenews, la alter y la pos verdad y del Deep Fake.
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Debería ser razón más que suficiente para modificar la dinámica de las redacciones y obligarnos a todos los que salimos a la arena pública para informar o realizar análisis a ser aún más cuidadosos, realizar fact checking , escudriñar la confiabilidad de una fuente y hacer cruce de información. Si todo eso falla debemos ser suficientemente humildes para aceptar un error y bajar nuestros tuits, artículos y videos y aceptar el error con una disculpa pública.
Es lo correcto de acuerdo con la ética profesional y lo obligatorio para mantener la credibilidad de los medios. El resultado de no hacerlo es ahondar la división entre bandos que tanto daño nos ha hecho. Los medios no podemos darnos el lujo de actuar como lo hacen los políticos.
De lo contrario un bando acusa de carroñeros y prensa sicaria a todos sin distinción, dejando en entredicho el trabajo de miles de profesionales que dedicamos tiempo y esfuerzo a tratar de informar e interpretar nuestro contexto. Una prensa debilitada y sin credibilidad es un paso hacia el autoritarismo.
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Los del otro bando saltan felices a la turba digital que, con espadas emocionales desenvainadas, señala errores inexistentes o cuestiona los actos legislativos y de gobierno cuya mecánica interna y origen desconocen pero satisfacen sus propios prejuicios exacerbados, con lo que se sienten validados para señalar que todo esta mal. Una prensa que fomenta los prejuicios es una prensa inútil.
Sea como sea, en la actualidad pareciera que los medios tienen la tendencia de lanzarse como el borras para abrir la boca y terminan pareciendo los hermanos Macana.
La sociedad mexicana actual merece información real y contundente, basada en hechos y datos reales. Más vale perder una primicia exclusiva que desinformar por militancia irracional.
De otra forma no podremos evitar que cunda el mal ejemplo al punto de que todos y cada uno de nosotros tengamos “otros datos” y actuemos como youtubers de la peor clase. La burbuja informativa auto complaciente es el primer paso para la desintegración social definitiva.
Los medios tienen dos strikes, ¿van a seguir así?
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