Twitter: @DianaSanchezBar
Históricamente las epidemias siempre han cambiado a las sociedades y sus efectos pueden ser bastante impredecibles. Originado en la ciudad de Wuhan China a finales de 2019, el coronavirus nos ha venido a recordar lo frágiles que somos. Con una letalidad del 3% en promedio, la pandemia que afecta a más de 180 mil personas y que se ha extendido a cerca de 150 países, ya ha cobrado la vida de 7,126 personas en todo el mundo: en China 3,217 muertos, en Italia 2,158, en Irán 853, en España 510, en Francia 148, en Estados Unidos 85 y en Corea del Sur 81 personas fallecidas. Esta epidemia representa la mayor crisis sanitaria de los últimos años en todo el planeta y cuyas consecuencias económicas y sanitarias todavía son desconocidas. Tan solo esta semana el tipo de cambio respecto al dólar ha varias veces rebasado los 23 pesos, mientras que el precio del petróleo se ha desplomado dramáticamente abriendo una desestabilización económica y una crisis financiera no vista durante las últimas décadas.
Los expertos ya empiezan a hablar de una recesión económica en México para este año.
Estas son las medidas de prevención que el Gobierno ha publicado para evitar la propagación del coronavirus #COVID?19mx ???https://t.co/0fafIY5JrN
— Gluc (@GlucMx) March 17, 2020
Las medidas adoptadas por otras naciones han sido muy radicales y casi todas han decretado estados de emergencia. En China se aplicó todo el peso del Estado para el control social del virus y fue muy deslumbrante ver como en esa nación se construyeron grandes hospitales en pocos días para enfrentar la emergencia. La intervención del ejército para mantener la cuarentena de millones de personas en diferentes ciudades fue espectacular, así como para detener y recluir a los portadores de la enfermedad en centros de salud aún en contra de su voluntad. Ante la emergencia sanitaria, en Italia el gobierno decretó medidas extraordinarias, que estuvieron orientadas a establecer un estado de excepción para los ciudadanos, quedando prohibido transitar por las calles sin permiso, solo se permitía asistir al trabajo en casos especiales y para abastecerse de alimentos y medicinas. Las sanciones consideraban sanciones penales para quien no obedeciera las instrucciones del gobierno. En Irán se han cancelado las importantes ceremonias religiosas del Islam, al tiempo que se ha adoptado una actitud pasiva y fatalista frente a la epidemia –a pesar del avance de la enfermedad- afirmando que es Alá quien así lo desea.
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En Corea del Sur se usa la tecnología de última generación para detectar a los portadores del coronavirus y se han establecido puestos de control en grandes estacionamientos al aire libre para evitar mayores contagios. Lo mismo ocurre en Japón donde incluso se discute la conveniencia de cancelar los Juegos Olímpicos programados para mediados de este año. En otros países europeos como Francia, Alemania y España donde también se decretaron medidas de contingencia excepcional: se cerraron fronteras, se cancelaron vuelos internacionales, se suspendieron las clases indefinidamente desde la educación básica hasta la educación superior, además de prohibir la libre circulación de las personas por las calles, para hacerlo se requieren permisos especiales.
Los resultados son contradictorios
La epidemia ha arrojado resultados muy contradictorios: mientras que por un lado, los hospitales se encuentran saturados y con déficit de medicamentos y personal sanitario, por el otro lado, las ciudades están vacías, las calles desiertas y los centros comerciales cerrados.
En los Estados Unidos, al igual que en otros países, se ha desarrollado una psicosis colectiva que ha llevado a la gente a realizar compras de pánico originando una escasez artificial de productos de primera necesidad sobre todo de alimentos y medicinas. En la Unión Americana también han aumentado las compras de armas, mientras que los estadios deportivos, los teatros y los cines -tradicionalmente llenos- actualmente se encuentran vacíos. El presidente de ese país, Donald Trump, ha ordenado la cancelación de los permisos de aterrizaje de miles de vuelos durante un mes, sobre todo de aquellos provenientes de diferentes partes de Europa considerada actualmente el foco de la epidemia.
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Por su parte, muchos países de América Latina que ya tienen personas fallecidas y donde los contagios del virus aumentan gradual -pero consistentemente- como Brasil (234 casos), Chile (155), Perú (86), Argentina (65), Ecuador (58), Panamá (55), Colombia (54), Costa Rica (41), Uruguay (29), República Dominicana (21), Venezuela (17), Jamaica (15), El Salvador (12), Bolivia (11), Honduras (8), Guatemala (6) y Cuba (4 contagiados), han decidido cerrar sus fronteras a los vuelos internacionales para establecer medidas de contención del libre tránsito de personas y de restricción al tránsito por carreteras, para lo cual se utilizan a las fuerzas militares y policíacas.
La expansión de la epidemia en México que ya contabiliza 82 infectados se ha convertido en un asunto de seguridad nacional, que reclama medidas extraordinarias por parte del gobierno y de la sociedad. La creciente preocupación es por el desorden que priva en el sector de la salud pública en México: sin personal médico, sin medicinas y sin recursos económicos suficientes para atender las demandas de la población ante el avance del virus. Además existe la creencia generalizada de que el gobierno esconde ls cifras de los casos de enfermedad y que no sabe cómo reaccionar ante la contingencia. Hasta ahora solo se ofrecen discursos todos los días para tranquilizar a la población, pero basta darse una vuelta por los hospitales para darse cuenta de las grandes carencias.
El contexto de incertidumbre y desorden mundial reclama un plan de contingencia para enfrentar la epidemia del coronavirus que al parecer no tenemos.
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