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Como versa una frase la lealtad es difícil de encontrar, la confianza fácil de perder y las acciones hablan más que mil palabras. Una persona que no cumple su palabra esta destina a un fracaso constante, la palabra de un hombre o mujer define su honorabilidad, credibilidad y liderazgo.
La lealtad implica actuar de acuerdo a nuestros principios, siendo coherentes con lo que pensamos decimos y hacemos es un valor que nace de nuestra conciencia, ese compromiso de ser fieles a lo que creemos, con honor, respeto y gratitud a las personas que nos han extendido una mano en momentos de abundancia pero más en la dificultad.
Esta cualidad es muy respetada cuando se trata de relaciones personales y laborales para crear confianza en los otros, en esas personas, en las que creemos. En los grupos y equipos de trabajo es fundamental para su desarrollo y consolidación en el trabajo asignado.
La lealtad no es unilateral es bilateral, cuando una persona exige lealtad o se jacta de ella pero en sus acciones es todo lo contrario con su equipo esto la convierte en una persona desleal.
Pero también ser leal significa no alejar a las personas que han creído en ti, que literalmente estuvieron ahí en todo tiempo, la persona que pide lealtad pero aleja a sus leales se convierte en la antítesis de su propia premisa. La lealtad como cualidad no solo aplica cuando la relación es vigente y constante también cuando la vida te aleja de esas personas con las cuales conviviste por mucho tiempo, ya sea por índole personal o laboral.
Piensen en un “equipo político” están juntos, trabajan juntos por una meta, una causa en común y si las cosas no salen como se esperaba, y si no se logra el objetivo, es evidente que el valor de la lealtad debe permanecer o lo que dicen cerrar ciclos sanamente y agradecer. Pero si el líder no muestra la suficiente capacidad para sobrellevar la crisis la evidente decadencia de su equipo será una realidad, la falta de un liderazgo sólido, derrumba estructuras políticas endebles.
La solidaridad de un líder político no debe estar basada en las circunstancias que le favorezcan, entonces no sería un líder solidario sino un repartidor de limosnas.

Un verdadero líder se levanta de la adversidad y muestra el camino a su equipo, la deslealtad por lo tanto se convierte en su nueva bandera al no tener la capacidad de comunicar la crisis a su equipo de trabajo.
Pertenecer a un grupo permite cumplir objetivos en común, quien no entiende de lealtad, quien no valora a su equipo de trabajo es un traidor.