Twitter: @JesusFraRom

2019 fue el año más violento en México desde que se tiene registro de esta estadística. Muchos culpan al ex presidente Felipe Calderón Hinojosa porque en 2006 “pateó” el avispero y comenzó una lucha frontal contra el crimen organizado, la cual hasta el día de hoy el Gobierno Federal sigue perdiendo.

Pero cada vez la red se va desenmarañando. Y el de García Luna sí podría ser el juicio del siglo. Y las hipótesis cada vez refuerzan una teoría en la que muchos analistas coinciden: la caída del ex súper policía significara el resquebrajamiento de la narco política mexicana. Por fin le pondremos nombre a esos políticos que lavaron dinero y también a esos funcionarios que le brindaron protección a diferentes grupos del crimen organizado.

Y en su audiencia de este martes 21 de enero, en donde por primera vez se vio la cara con el juez Brian Cogan, ese que podría ser su verdugo y correr la misma suerte que el ‘Chapo’, con apenas 15 minutos pidió más tiempo para poder reunir esas “toneladas de evidencia” que García Luna tiene en su poder. Incluso, ha trascendido que como no busca un acuerdo de culpabilidad librará un duro juicio donde se podría llevar con él a varios.

De hecho, su abogado defensor (de oficio) ha dicho que su cliente está dispuesto a que se sustraiga toda la información de su computadora y de su teléfono celular. ¿Esconderá ahí las pruebas que lo ayuden a pasar a la historia criminal como un delincuente, al puro estilo de la mafia italiana, que salga con la cabeza en alta y victoriosa del frío Tribunal de Brooklyn donde se decidirá su futuro?

Es prematura para decir quién caerá, pero hay tres en la mira: Vicente Fox, Felipe Calderón y Carlos Salinas de Gortari. Todos ellos, ex presidentes. Con los primeros dos, trabajó directamente en tareas de seguridad. Con el último, se supo en las últimas horas, sostuvo numerosas reuniones en la era Calderón. Muchos especulan, pero sí aseguran que Salinas de Gortari no es ningún asesor en temas de seguridad. Lo suyo es la economía, dicen.

Con la caída de este polémico funcionario, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador tendrá un arma más para demostrar que sus antecesores tejieron redes (casi inquebrantables) de corrupción, en la que un Secretario de Estado igual se sentaba a sentar en la sierra de Sinaloa que en Los Pinos, hoy convertido en un recinto cultural abierto al público.

Pero ojo, esto no borra que llevamos más de un año de la actual administración federal sumidos en un clima de inseguridad. Tampoco, que la estrategia de abrazos, y no de balazos, haya funcionado. Tal vez vivíamos en tiempos aciagos como los de Calderón, en los que recorrer una carretera de noche puede ser un verdadero acto de valentía innecesaria, por no decir estúpida.