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Dos semanas más y finaliza el primer mes de 2020, año en el que las previsiones económicas son en su mayoría altamente débiles, pero probablemente mejor que 2019.

Es posible que esto pueda existir con la reciente firma de la primera fase de un acuerdo comercial entre los dos gigantes económicos, China y Estados Unidos, que podría reactivar la cadenas de valor así como a la economía mundial, así como la reciente aprobación del Tratado México, Estados Unidos y Canadá por parte del Senado estadounidense, mejor conocido en nuestro país como T-MEC, después de haber sido firmado a finales de 2018 y el cual remplazará el famosísimo Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN.

Esto en primera instancia favorecería la inversión de la iniciativa privada tanto nacional como extranjera en nuestro país después de haberse enfriado considerablemente en los últimos años, por lo que podría promover la economía mexicana a través de la creación de empleo, el incremento del consumo y producción en diversos sectores. Ahora bien, para que lo anterior también pueda materializarse es necesario que…

El Gobierno Mexicano garantice un Estado de Derecho, combata la inseguridad en el país y ofrezca reglas claras para poder realizar negocios, elementos que se han “solicitado” por diversos organismos y analistas como las calificadoras crediticias (Moody’s, Fitch, …), el Consejo Ejecutivo de Empresas Globales, el Banco de México y corporaciones de la industria mexicana.

Al mismo tiempo, existen dos factores que podrían impedir este panorama: la inversión en el sector energético y las finanzas públicas. En primer lugar, ha regresado el debate de una inversión únicamente por parte del Estado mexicano en el sector energético, deteniendo la entrada de capitales del sector privado. Además, la actual administración presenta una gran preferencia de estimular el consumo nacional a través de programas sociales, principalmente con transferencias de dinero a la ciudadanía. Ambos mecanismos ponen en duda si el Gobierno Federal contará en lo sucesivo con una recaudación fiscal lo suficientemente robusta para que pueda financiar sus planes ya que de no lograrlo y si la economía nacional no sale a flote, podría causar algunas revisiones o hasta degradaciones en la calificación crediticia del país.

Lo que dejaría en segundo término el optimismo del T-MEC, pues ¿quién invertiría en un país que no tiene certeza crediticia?

Mientras tanto, al interior del país la confianza del consumidor elaborada por el INEGI y Banco de México, así como el Índice Mexicano de Confianza Económica realizado por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos/Bursamétrica, han mostrado un optimismo desigual para la situación económica mexicana por parte de los consumidores y las empresas a lo largo de los últimos meses, clave también para estimularla.

Así que nos preguntamos: ¿La economía sonreirá este año? Hay elementos que podrían favorecer esto, pero existen otros que lo podrían limitar. Habrá que esperar.