Twitter: @LuzJaimes
No voy a esperar a que la encuentren muerta. Voy a escribir una carta. Le diré, que siempre he estado enamorado de ella, que tal vez mi amor no significa nada, pero yo mataría por tenerla más tiempo aquí. Iré esta noche al concierto y gritaré más que todos hasta que ella pueda escucharme. Voy a decirle que la amo, y que no importa si él no la quiere.
Si es necesario, voy a golpear a alguien para llamar su atención y ella podrá oler mi euforia. Así, cuando logre entrar a su camerino sabrá quién soy. Y cuando grite, el vapor de mi aliento olor a cerveza con cigarro barato, le resultará conocido. Cuando me deje tocarla, voy a acariciar su cabellera crespa. Le diré al oído que no habrá en veinte años alguien como ella. Y si responde, podré escuchar su voz rasposa rasgar mis tímpanos hasta caer desmayado. A ver si consigo, al menos, una mirada.
Si ella se agacha para saber cómo estoy, tocaré su pecho y sentiré en mis dedos el ardor de su tatuaje en forma de cruz. Entonces, colocaré mi carta entre su ropa. Despacio. Impediré que vaya a esa fiesta, que beba demasiado, que tenga una sobredosis porque él no la cuidó.
Cuando la tenga en mi casa, escucharemos juntos su último disco y dejaré que me cuente de su soledad. Ella sabrá que tenemos vidas iguales, miserables. No la dejaré salir de ahí hasta el día de su cumpleaños número 28. Para romper la maldición. Cuando se halla ido y abra mi carta, se reirá de mi. De mi incapacidad de controlar el tiempo.