Twitter: @UZETASUM

Transcurrido un año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, han quedado claros los principales rasgos de su personalísimo estilo de gobernar. Un estilo que gira alrededor de todo lo que él hace y dice, desde la plataforma cotidiana de su conferencia mañanera.

Y todo lo que ocurre en ese momento del día tiene repercusiones importantes en los espacios de los distintos medios de comunicación. Con ello, uno pensaría que el espectro comunicativo estaría cubierto en su totalidad.

Sin embargo, en estos días han quedado al descubierto los flancos vulnerables de la comunicación del gobierno de la 4T.

No basta con el hecho de que los medios de comunicación repitan lo que el presidente dice en su conferencia mañanera, ya que muchos de los temas relevantes, aquellos que tienen repercusión directa en la vida de millones de mexicanos no han formado parte de las prioridades comunicativas del actual gobierno.

Y hablamos de decisiones tan relevantes como la desaparición del Seguro Popular y la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), que comenzó a “funcionar” desde el 1º de enero pasado.

La falta de información sobre las nuevas características de este Instituto y la poca claridad sobre sus objetivos y alcances hicieron crisis en estos días, cuando miles de personas vieron suspendidos sus tratamientos, canceladas sus citas o incrementadas las cuotas para poder ser atendidos.

El vacío de información se trató de llenar con la presencia, ya tardía, de algunos funcionarios en la conferencia mañanera y en diversos espacios mediáticos. Sin embargo, el daño a la credibilidad del gobierno ya estaba hecho.

¿Será posible qué a nadie, en particular del sector salud, le haya pasado por la cabeza la idea de ir preparando a la opinión mediática y a la sociedad de los cambios que venían? Y qué decir de la oficina de Comunicación de la Presidencia. ¿Acaso no era un tema de la mayor relevancia para la gente, sobre todo la de menores recursos?

Si bien los propósitos del Insabi son buenos, su nacimiento quedó manchado por una mala comunicación.

Este pecado de origen podría marcar su destino si las autoridades no se apuran a sacar cuantos antes las reglas de operación de esta nueva entidad que brindará servicios gratuitos a todas las personas que no cuenten con seguridad social; es decir, que no sean derechohabientes del IMSS, ISSSTE, Pemex, Sedena o Marina.

Antes del 7 de enero, cuando aclaró qué servicios sí cubre el Insabi, la Secretaría de Salud había informado que la atención sería sin cuotas ni restricciones.

Sin embargo, el pasado 8 de enero, luego de una serie de reclamos de usuarios de los servicios de salud, la dependencia precisó que sólo atiende gratuitamente a pacientes de hospitales de primer y segundo nivel.

La Secretaría de Salud agregó que el tercer nivel (Institutos Nacionales de Salud y hospitales federales), que atiende padecimientos de alta complejidad diagnóstica y de tratamiento, por ley, tiene que cobrar cuotas de recuperación, las cuales rechazó que se hayan incrementado.

Pero los testimonios de cientos de pacientes que en estos días se han visto afectados por la falta de información y, sobre todo, la falta de atención, han puesto en entredicho los buenos propósitos del nuevo Instituto.

Ya vimos que la mala comunicación tiene costos y daña a los más vulnerables.