La cura

viernes, 6 de septiembre de 2019 · 15:37
Twitter: @LuzJaimes

Nadie se muere a las ocho de la mañana. Ni siquiera la esperanza. No se mata a la pasión con carencias ni secretos. A esa reflexión llegó aquél hombre cuando se encontró con otro hombre lleno de vacíos.

La pasión duele, pensó. Nunca imaginó que eso que le daba vida pudiera lastimarlo. No le dolía el corazón como en las canciones.

Le dolía el vientre como en la vida real. Era una combinación de palpitaciones y ardor. Solo había dos posibilidades; encontrar el remedio o morir.

[caption id="attachment_70854" align="aligncenter" width="966"] Fuente: lanzateyviaja.com[/caption]

Acudió a ese médico antiguo a quien llaman Mago, un hombre de piel cobriza y cabello largo. El Mago le dijo que un puñal había sido clavado en sus entrañas de una manera secreta e invisible. Probablemente más de uno. Como si su enfermedad permanente e incurable fuera un mal del que todos quieren contagiarse.

Que ironía, algo de lo que otros quieren contagiarse no es contagioso. El remedio del médico antiguo fue muy simple. Lo mandó a sentarse en la cima de la pirámide y esperar. ¿Esperar qué? No recibió respuesta, pero lo hizo.

Qué fortuna tener pirámides aquí...”

... y mientras agradecía se dio cuenta de que su dolor había desaparecido. Bajó, respiró profundamente, caminó y continuó con la vida.

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