El presidente (medio) informador 

miércoles, 4 de septiembre de 2019 · 08:10
Twitter: @aldorafaello

Circo de tres pistas

“Es el mejor presidente que hemos tenido” comentó un familiar durante la convivencia dominguera, poco después de que Andrés Manuel López Obrador diera su primer informe de gobierno el pasado 1 de septiembre. Rápido le pregunté por qué lo decía y su respuesta fue:

“Porque el simple hecho de tener la intención de hacer las cosas ya lo hace diferente”.

La respuesta es interesante porque revela que la estrategia de comunicación emprendida desde Palacio Nacional, que incluye informar todos los días a través de la mañanera, ha dado buenos frutos, los suficientes para que la gente de a pie no sólo vea con buenos ojos al mandatario sino que crea en cada una de sus palabras, aunque no siempre se hable con veracidad y no se corrijan problemas que afectan a toda la ciudadanía.

Pongámoslo en perspectiva: el presidente ha tenido aciertos, ha sabido cumplir con algunos de sus compromisos –no necesariamente los más importantes– pero también ha caído en un sinfín de contradicciones y verdades a medias donde es él mismo que además de caer en sus trampas, reprende a sus cercanos sólo por ello.

El caso más notorio en las últimas semanas se dio tras el acercamiento que hubo entre grupos armados y la Secretaría de Gobernación donde Ricardo Peralta Saucedo, subsecretario de la misma dependencia, estaba al frente de las conversaciones para negociar que dichos grupos depusieran las armas, aun sin importar si algunos de sus miembros tenían carpetas de investigación abiertas.

El cuestionamiento por parte de la prensa escaló de tal manera, que fue el propio AMLO quien dio por terminadas esas pláticas y prohibió que se siguiera con la idea dada a conocer por Olga Sánchez Cordero. Como ese ejemplo, hay decenas de situaciones donde el gabinete tiene que callarse la boca y bajar la cabeza, sin importar si López Obrador estaba informado, consciente y muy seguramente de acuerdo con el accionar de sus colaboradores (él mismo ha dicho que todos los presidentes de México han sabido lo que ocurre y él no es la excepción).

Toco este tema particularmente porque es la inseguridad la que más afecta a todo los mexicanos.

No importa si se es un empleado, un obrero, una trabajadora doméstica, una profesionista o una empresaria. Ninguna persona en el país ha dejado de padecer la delincuencia, misma que se ha agravado en los últimos siete años. La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) muestra que el 79.4 por ciento de los mexicanos se sienten inseguros (en 2012 era el 66.6 por ciento).

Y no es lo peor. El crimen ha demostrado que su fuerza va más allá de un municipio perdido entre la serranía y desafía a gobiernos de todos los niveles. La masacre en Coatzacoalcos, ocurrida cinco días antes de la fiesta presidencial, y el asesinato de cinco personas en una central camionera de Cuernavaca, ocurrida un día después del 1 de septiembre, ensucian la imagen que busca dar López Obrador sobre la felicidad del mexicano pues:

¿Quién puede vivir feliz, feliz, feliz si vive con miedo, miedo, miedo?

Si bien al presidente le gusta informar todo el tiempo y hablar de temas que no necesariamente domina, también se le olvidó hablar, durante su fiesta a modo, sobre una estrategia de seguridad integral y definida que garantice un alto, paulatino evidentemente, al crimen organizado.

La idea de que la inseguridad se combate desde la creación de educación, empleos y bienestar no es errada, sin embargo, también debe incluir la purga de ministerios públicos, policías, además de trabajar en conjunto con el Poder Judicial para fincar responsabilidades contra jueces corruptos y, sobre todo, hacer cumplir las leyes y reglamentos sin importar si se trata de un infractor menor o un delincuente de cuello blanco.

De no atender esos problemas, las reuniones de 6 a 7 de la mañana, el despliegue de 58 mil 600 elementos de la Guardia Nacional y la “coordinación” con las Secretarías de Marina, Defensa, Seguridad y Gobernación de nada servirán, pues con un estado de derecho inexistente, el crimen organizado tiene la puerta abierta para hacer de las suyas. 

Las matanzas, los secuestros, el tráfico de personas, armas y droga, los asaltos y un sinfín de delitos del fuero federal y común ocurren por una sola cosa: porque se puede y en eso no importan las buenas intenciones que tenga el presidente. Ojalá lo entienda pronto.

De a tuit

Ya viene la segunda y última parte de “Eso”. El reparto y los avances aparentan que la última entrega (ojalá que así sea) harán bastante amenas –y terroríficas– las dos horas y 45 minutos que durará el capítulo 2 del payaso maldito.

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