De lords, ladies y mirreyes

miércoles, 4 de septiembre de 2019 · 08:31
Twitter: @marisahurtadom Los jóvenes, en todos los ámbitos profesionales, son los arquitectos del México del futuro. Hoy en día se están forjando los líderes del mañana, aquellos que serán capaces de dirigir, organizar, coordinar e impulsar al país que se dejará a las siguientes generaciones. Hay tanto talento que merece estar en boca de todos, sin embargo, hemos decidido voltear la mirada a un puñado de personas que se han convertido en infames celebridades por tener una falta de buenos principios, de ética y básicamente de educación.
Lo más importante exhibir un estilo de vida poco accesible a la mayoría y ostentando siempre una actitud de superioridad.
Estoy hablando de esa estirpe de la sociedad mexicana que se ha vuelto el centro de atención de las redes sociales, el chisme en la oficina, el debate de la comida familiar: las ladies, los lords y los mirreyes. Estos especímenes poseen un perfil que está dominado por personalidades arrogantes y presuntuosas, en el que lo más importante exhibir un estilo de vida poco accesible a la mayoría y ostentando siempre una actitud de superioridad. Estos sujetos por lo general suelen pertenecer a una clase social privilegiada, ocupan rangos mayores en el gobierno o en una empresa, pueden pertenecer al mundo del espectáculo, pero también pueden seres comunes y corrientes. Lo que en realidad los distingue, es que tratan mal a sus semejantes, a alguien que ofrece un servicio y especialmente a gente de otra condición social. Por otra parte, es importante señalar que para poder triunfar como lady, lord o mirrey son necesarias tres cosas: creerse por encima de la ley, desprestigiar y burlarse del alguien de manera pública y que esto se documente a través de las redes sociales. Finalmente, en otros países recibir el título de lady o lord puede ser, y ha sido, para muchos, un honor y privilegio. No obstante, en México se ha tornado en sinónimo de prepotencia, soberbia, discriminación, abuso de poder y en el reflejo de cierto grupo de la sociedad que cree que las normas no están para cumplirse. Tristemente les hemos dado una popularidad de semejante tamaño, que semana a semana oímos hablar de ellos, por todos lados.
El verdadero reto aquí es nadar contracorriente: por favor dejemos de hacer a gente estúpida, famosa.

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