Sinaloa y sus mariscos

sábado, 21 de septiembre de 2019 · 02:01
Twitter: @adelbuencomer

Amante del Buen Comer®

De lo mejor que tiene México son sus costas. La bendición que tenemos como país de tener acceso a dos de los océanos más ricos del mundo, arropados además del hermoso y fructífero Golfo de México, hace de nuestro país un destino imperdible. Los mares, puertos y playas no solo son relevantes para temas mercantes o de explotación petrolera, también el turismo que se genera alrededor de ellos gracias a los bellos paisajes y actividades recreativas tiene un papel importante en el desarrollo de los países.  Pero para los efectos de este texto, entenderán que de lo que más amo de la costa, es sin duda la variedad gastronómica que se genera alrededor de él. Sinaloa es uno de los estados más grandes de nuestro país con varios puertos importantes para el desarrollo de Mexico. Igualmente, el acceso al Pacífico le permite incluir dentro de su cocina a los mariscos, de los cuales puedo decir, sin temor a equivocarme, son de los mejores que hay. Una visita de trabajo a tierras sinaloenses me llevó a su capital y alrededores. Mucho tiempo desde que no estaba en aquellas tierras, mucho tiempo de espera para degustar sus manjares marinos. Breve fue nuestra estadía, pero el suficiente para poder compartirles dos grades opciones que pueden conocer si es que pronto andan visitando la ciudad de los culichis.

El Farallón

Con un estilo contemporáneo, cálido, que dejan sentir el buen gusto y la comodidad, El Farallón abre sus puertas en el Boulevard Enrique Sánchez de la capital Sinaloense. La carta que presentan es bastante retadora y completa, haciendo que la duda por uno u otro plato sea enorme. Para evitar esa disyuntiva, compartí varios platos con mis compañeros y así pude darme un banquete digno de repetir. De entrada pedimos unas exquisitas tostadas de atún alegría con mayonesa acevichada, emulsión de aji amarillo, cebolla morada, aguacate y leche de tigre oriental sobre un wonton crujiente. La fuerza del atún felizmente acompañado de la delicadeza de sus acompañantes y el crujir de la base, generaban en cada bocado una dicha agradable.
Posteriormente llegaron unos deliciosos y bien servidos taquitos de marlín con queso que deleitaban el paladar con su impulso atrapador.
Mi plato fuerte, que en realidad aparece como entrada también, fue una cosa espectacular. Un riquísimo ceviche al coco con ají amarillo y leche de coco, acompañado de cubos de aguacate, cebolla morada y chile caribe, su frescura y entrega definitivamente me cautivaron, la mezcla cantaba al unísono generando una sonrisa hasta dejar el plato limpio.
El postre fue un rico flan tipo casero. Todo este banquete fue acompañado de una deliciosa cerveza artesanal de la marca Finísima, que efectivamente así era. Ligera pero constante, digna de escoltar a la comilona.

Mariscos García

El último día de la buena jornada laboral y dada la demora de nuestro vuelo de regreso a casa, tuvimos la oportunidad de visitar Altata, Navolato, el puerto donde los culichis toman el sol, una cheve y se deleitan con los regalos del mar. Ahí decidimos instalarnos en Mariscos García, uno de los locales más grandes del lugar con una carta amable, con amplias opciones fresquísimas y oportunas para los amantes de los mariscos. Aquí nuevamente las ganas de probar todo no se dejaron guardar y compartí con algunos de mis colegas una terna de platos que nada más de acordarme, salivo de la emoción. Tacos gobernador. Famosísimos en aquellas tierras y exportados a toda la república, el clásico de clásicos abrió perfectamente el apetito y puso al estómago en modo “hasta que no se pueda más”.
Chocolatas al fili. Espectaculares, frescas e irresistibles almejas chocolatas en su concha, con callo y pulpo con salsa de la casa ¡Para chuparse los dedos! Cada concha fue fiel representante de su especie confirmando por qué éstas almejas tienen un lugar especial en la cadena gastronómica de los moluscos.
Aguachile con callo. No podía irme de estas tierras sin comer un aguachile, y así fue. Acompañado de callo también con la salsa de la casa, cebolla morada y pepino, la frescura del camarón y la entrega del callo se compaginaron perfectamente haciendo un dúo maravilla. Un sabor único.
Así pues, mis queridos amantes del buen marisco (sin albur, por favor), no dejen pasar la oportunidad de deleitarse en las tierras sinaloenses, les garantizo que cada peso pagado y cada kilómetro recorrido habrán valido la pena. Visitar nuestro país, además de llenar el estómago con deliciosos manjares, llena el corazón. ¡Buen Provecho! Amante del Buen Comer®