¿Fuchi, guácala?

martes, 10 de septiembre de 2019 · 02:01
Twitter: @RicardoSolano_ El crimen organizado, en concreto el cártel del Noreste, prohibió a las gasolineras en Tamaulipas abastecer a las agencias de seguridad federal, tanto policías como al Ejército, lo que les ocasionó problemas para poder operar en la entidad. La amenaza era incendiar sus establecimientos de hacerlo. Esta versión primero fue desmentida por el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo; sin embargo, el propio presidente López Obrador reconoció esta situación durante su visita a la entidad durante el fin de semana.
¿Por qué seguimos viendo este nivel de descoordinación entre los secretarios de Estado y el Presidente?
¿Cómo es posible que cada miembro del gobierno tenga datos distintos y reconozca o no algo que luego desmienta el Presidente? Y aún así queda la duda si lo que dice el Presidente es la versión real o no. La décima quinta economía del mundo no puede tener un gobierno con ese nivel de desorganización.
Esto es evidencia de lo rudimentario de los procesos y comunicación de la actual administración.
Es inaceptable tener distintos datos o información, sobre todo cuando hablamos de la seguridad de los ciudadanos y de la amenaza directa a las fuerzas de seguridad del Estado mexicano.
Ante esto vale la pena preguntarnos ¿quién gobierna en Tamaulipas o el resto del país?
Y uno pensaría que una vez reconocida esta afrenta directa contra el Estado por parte del Presidente de la República habría consecuencias, porque ningún gobierno en funciones del mundo se puede cruzar de brazos ante una demostración tan evidente de que quien tiene el control efectivo sobre regiones de una entidad es el crimen organizado. Pero no. Lo que escuchamos en el discurso del sábado del Presidente fue -primero- cómo mandó al diablo al crimen organizado, lo cual de nada sirve para recuperar el control sobre Tamaulipas. Después pidió a los criminales que pensaran en sus “mamacitas” ¿En verdad la estrategia de seguridad se va a basar en pedirle a los criminales que piensen en sus “mamacitas” para que dejen de delinquir? Al parecer nadie le ha explicado al Presidente que el crimen organizado se sustenta, se basa, en lazos familiares entre sus miembros como medio para evitar lo más posible la tentación de traición. Son los lazos familiares de los cárteles y grupos criminales lo que los mantienen unidos. El discurso del domingo en la entidad fue aún peor:
Se refirió a la delincuencia como “fuchi” y “guácala” ¿Qué significa eso? ¿Cómo se traduce “fuchi” y “guácala” en políticas públicas?
Una vez más, esta administración demuestra la falta de ideas. Para el Presidente todo se trata de hablar de esta forma coloquial, siguiendo su narrativa de hombre del pueblo, eso no va a recuperar la seguridad de Tamaulipas ni del resto del país. El Jefe del Estado y Gobierno Mexicano fue a la entidad donde grupos criminales demostraron con hechos que tienen bajo su control regiones enteras y con un chasquido de dedos pueden detener el abastecimiento de gasolina a las fuerzas federales, y él solo les dice “fuchi”, “guácala” y que piensen en sus “mamacitas”. La actual administración no está a altura de los retos del país. Todo parece indicar que tendremos otro sexenio perdido en términos de seguridad. Porque mientras la Guardia Nacional está evitando que migrantes lleguen a Estados Unidos y el Canciller va a ir a que le pongan una estrellita en la frente a la Casa Blanca por tan destacado logro, Tamaulipas es tierra de nadie.

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