Nuestro nuevo paradigma antropológico: la virtualidad

viernes, 9 de agosto de 2019 · 08:20
Twitter: @HadaCosquillas Bauman, desde hace años, nos mostró en qué consistía la liquidez del mundo actual y lleva tanta razón en lo que describe pues el mundo líquido se nos presenta incierto, inseguro, desconcertante, efímero. Un mundo en donde el “otro” es el portador innato de incertidumbre, por tanto, es un peligro en potencia que puede romper con el orden del espacio social.
Es así como hemos llegado a tal sensación en la cual los extraños irritan, desagradan.
Con su presencia eclipsan la nitidez de las líneas fronterizas que ponen en orden mi mundo. El mundo líquido exige en cierto modo que tengamos que diseñar nuestras existencias como un proyecto, como una especie de performance que se va adaptando a las condiciones sociales del día a día, ante la incertidumbre laboral tan flexible no hay cabida para la previsión de un futuro. [caption id="attachment_66014" align="aligncenter" width="834"] Fuente: .negocios-internacionales.net[/caption] Hablar de carrera profesional, experiencia acumulada son conceptos de un pasado que ha acaecido de modo funesto así mismo la idea de familia nuclear, se ha transformado en un concepto de “relación” en la cual nos dice Bauman el amor es flotante, no hay responsabilidad hacia el otro y en ocasiones, las relaciones solamente se tornan en lo virtual. Las Instituciones ya no son ese tipo de ancla que servían de sostén para la humanidad. Hay un estado de bienestar ya sin relatos colectivos que otorguen el sentido a la historia. Surfeamos en las olas de una sociedad líquida dice Bauman, de ahí que exista una gran insensibilidad que exige a los individuos más flexibilidad, fragmentación, estar siempre dispuesto a cambiar de tácticas y así mismo; abandonar compromisos y lealtades. El autor del Mundo líquido, manifiesta que hay un gran miedo a entablar relaciones duraderas de ahí que los lazos sean frágiles puesto que van dependiendo de los beneficios que generen una visión de “ costo-beneficio”. [1] El pensador polaco considera que hay un gran miedo a entablar relaciones duraderas y lo mejor es desvincularse rápido ya que los sentimientos pueden generar dependencia y eso hoy día no es “funcional” por tanto, el tiempo de duración de una relación se mide en el tiempo que dure el entusiasmo. Quizá sea lo que Heidegger en su momento describía como la avidez de novedades, ante un mundo de penumbra el ser se distrae o se evade por así decirlo, en esa constante búsqueda de novedad. Ambos pensadores considero que describen una realidad en la cual no hay cabida a la permanencia, todo se convierte en pasajero. Heidegger nos lo dice en su texto acerca de la técnica[2] y nos deja en claro que la tecnología en sí misma no es mala sino la actitud que tomamos frente a ésta Zizek siguiendo a Heidegger delimita una frontera que denomina como la esencia de la tecnología, explica, que no es la variación en los equipos tecnológicos lo que debe ocuparnos sino la capacidad de estructurar el modo en como nos estamos relacionando con el mundo. La tecnología llevada al extremo, nos dice mucho de nuestra actitud ante la realidad que vamos asumiendo según nuestro involucramiento en dichas actividades virtuales. Dice Zizek en su libro Acontecimiento:
“La tecnología es el modo en que la realidad se nos revela en la actualidad”.[3]
Uno de los papeles preponderantes que han adquirido las tecnologías es el de ser un mecanismo de escape, nos dice el pensador de Liubliana que nos permiten escapar de nuestro lugar asignado en la sociedad. Dicho por Zizek:
“Yo celebro estas comunidades artificiales; te permiten escapar de tu lugar asignado en la sociedad. Imagina vivir en un país como Arabia Saudí. Yo me sentiría liberado usando Twitter.”[4]
En este mundo líquido en donde la razón por la inconformidad con el propio ser, con la rutina, por las privaciones personales, profesionales y en fin sociales; las redes virtuales nos propician un escape hacia la esperanza en nuevos modos de interactuar. Por tanto, las redes sociales parecen ser una especie de segunda oportunidad para ser o sentirnos menos cosa y paradójicamente más humanos, pues de algún modo, apelan a las cuatro aspiraciones fundamentales del ser humano: sobrevivir, disfrutar, vincularnos socialmente y ampliar nuestras posibilidades vitales. ¿Es el mundo líquido propicio para la conexión? Sin duda lo es, en las redes sociales se genera una especie de placebo mental en el que nos vamos evadiendo de tal suerte, que la frontera entre lo virtual y real se desvanece por instantes colocando un sutil velo en la conciencia, evidentemente genera una especie de disociación de la realidad causando quizá una grave confusión o inestabilidad en el ser. Al grado que hoy nos podemos hacer cuestionamientos como ¿somos lo que publicamos? Necesitamos cierto reconocimiento pero esta búsqueda quizá mas que tratarse de un reconocimiento como tal, es realmente una búsqueda por la permanencia. Esta permanencia que ya no ofrece la realidad y que en el ciberespacio se nos es permitido generar una especie de bitácora de nuestra propia historia. De tal modo que la construcción de la identidad del individuo es muy diferente, la realidad se percibe de modo distinto y la compresión del mundo se torna de un modo muy peculiar pues aparentemente tenemos muchas más posibilidades de ser y estar. Sin embargo, estamos más esclavizados de modo inconsciente y completamente voluntario. En palabras de Gilles Lipovetsky:
“El ideal liberal de soberanía privada, de desarrollo del propio yo individual se revela así como el norte moral de la cultura de masas”.[5]
Esta expansión de la privacidad coincide con la mayor penetración de los poderes en la cotidianidad atomizada de los individuos habiendo de este modo, más técnicas sofisticadas de influencia conductual. Como dice el pensador francés, la gran paradoja es que al configurarse una esfera más privada e independiente surge un aumento considerable de control burocrático sobre el Ethos de los individuos. El individuo actual publicita su estilo de vida, observamos cómo se da la espectacularización del culto al cuerpo. Todos los individuos en su mayoría viven preocupados por su apariencia musculosa y perfecta según los estándares de estética actuales, se ejercitan y buscan una mejor alimentación libre de contaminantes y químicos, obsesionados por lo “orgánico” y de este modo, conseguir un estilo de vida perfecto; sumándose así mismo gran cantidades de likes tal como lo presenta Charlie Brooker en su serie Black Mirror[6]. Lacie una trabajadora común de oficina intenta alcanzar a Naomi una chica banal con mucho mejores calificaciones otorgadas a través de likes por la sociedad. El episodio, va dibujando una sociedad basada en este tipo de calificaciones constantes a través de los móviles y según la calificación obtenida es el estatus y estilo de vida que se puede alcanzar. Los individuos se van calificando de tal modo, que se corre el riesgo de ser también calificado de modo negativo y si bajan de la calificación aceptada entonces los encierran en una especie de cárcel y ahí es el único sitio en donde se sienten con la libertad de expresar lo que en verdad piensan: pues ya han perdido toda posibilidad de ser evaluados. Es muy significativo el hecho de que justo cuando “pierden” su libertad son más libres de ser ellos mismos. ¿Será acaso nuestra realidad un mal chiste con respecto a esta historia? ¿cuánto más nos falta para llegar a estos niveles de integración de la vida a las redes? Parece ser que es este el nuevo paradigma antropológico. El capitalismo productivista cedió su existencia al capitalismo consumista generando de este modo, una desubstancialización de los valores e ideales. Somos testigos del tránsito del individuo competitivo moralista, revolucionario a un individuo hedonista, narcisista, intimista. Esta bidimensionalidad es la que nos permite comprender la superposición de estos espacios como mecanismos de control entre sí, es decir, el sujeto virtual está sujeto desde una perspectiva foucaultiana al sujeto no virtual en la medida de que éste último puede poner en evidencia las incongruencias que existan entre uno y otro. La realidad ha cambiado, no es que hablemos de realidad virtual y no virtual; la realidad lleva ya implícito lo virtual como uno de los modos de ser en el mundo. [1] Cfr. VAZQUEZ A. Zigmunt Bauman: Modernidad líquida y fragilidad humana. Pontificia Universidad Católica de Valparaiso.2008 [2] Cfr.HEIDEGGER M. La pregunta por la técnica en Conferencias y artículos, Ediciones Serbal, Barcelona, 1994. [3] ZIZEK S. Acontecimiento, AKAL, Madrid, 2014. [4] Entrevista del diario el país: http://elpais.com/diario/2011/04/01/tentaciones/1301682172_850215.html [5] LIPOVETSKY G. La era del vacío, Alfaguara, Madrid, 1983. [6] Busqué una página oficial de la serie para remitirlos pero no hay tal, sólo se encuentra la de la plataforma Netflix.

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