La felicidad plástica

viernes, 23 de agosto de 2019 · 08:00
Twitter: @HadaCosquillas Vivimos en un mundo lleno de contradicciones. Un mundo en el que podemos estudiar sin ir a la escuela, podemos tener amigos aunque se encuentren a miles de kilómetros de nosotros, podemos estar sin estar. He aquí el punto de esta reflexión pues también podemos ser felices sin serlo. Y tal parece que una de las encomiendas al nacer es la de que debemos ser felices pues la felicidad es prueba fehaciente del éxito. Y es así como toda nuestra desgracia comienza.
Pues hay en el mercado, entendido este mismo como sociedad, un sinnúmero de modos para ser feliz, entonces hoy día quien no es feliz es porque de plano no quiere.
[caption id="attachment_68326" align="aligncenter" width="750"] Fuente: bekiapsicologia.com[/caption] Abundan las explicaciones de felicidad, en los medios de comunicación hay consejos de sobra; coma esto y será feliz, beba esto y adelgazará y será feliz, compre este auto y será feliz, vístase esto y será feliz, vaya a este sitio y será feliz. ¿Ven?
La felicidad se encuentra contenida en casi todo lo que consumimos de algún modo.
Entonces nos queda claro que si usted no es feliz es porque no esta comprando o utilizando lo adecuado. Justo el día de ayer que fui al súper mercado tenía que comprar jabón para lavar ropa, me encontraba en el pasillo con una verdadera crisis existencial porque no sabía qué jabón era no solamente el adecuado sino el que me llevará a esa promesa de la felicidad esta misma angustia me llevó a la pregunta ¿qué sería la felicidad con respecto a mi ropa limpia? Me respondí: ¡Ah pues que quede suave, huela rico y que no se decolore! Bien en ese momento definí la felicidad para esa situación y entonces busqué el jabón que me ofreciera tales características y así fui con cada producto que necesitaba para mi hogar y ¿saben qué? Quedé agotada de tanto discernir pues entre más opciones mayor la posibilidad de equivocarme y no lograr obtener la felicidad. Muchos en este momento ya habrán querido tenerme enfrente suyo y decirme ¡oye Emma  eso no es la felicidad! Y entonces yo les diré que en efecto, tienen razón pero esta felicidad que consumimos lo hacemos tan de modo inconsciente que lejos estamos de darnos cuenta que nos hemos creído el cuento. Es entonces cuando surge la desesperanza, la tristeza y la nostalgia. Porque estamos buscando felicidad inmediata, confundimos el placer con la felicidad y dicho sea de paso, también porque comprendemos mal el placer pero creemos que aquello que nos produce una sensación agradable ya es felicidad y por tanto la felicidad nos puede llegar en diferentes formas, colores, estilos. Porque es justo así como hemos hecho nuestra realidad, una realidad de felicidad plástica. Úsese y deséchese al fin que en el acto, tendremos otra opción mejorada para ser felices. Como ven, nuestra felicidad depende totalmente de nuestras pasiones, nos hace feliz aquello que nos hace tener una sensación agradable, satisfaciendo de este modo nuestros deseos cualquiera que estos sean. Bien lo dijo Lipovetsky en su texto La Felicidad Paradójica:
“El derecho a la felicidad se ha transformado así en imperativo eufórico que crea vergüenza o malestar entre quienes se sienten excluidos de ella. En la época en que reina la “felicidad despótica”, los individuos ya no se limitan a ser desdichados, ahora se sienten culpables por no sentirse bien.” (p 323).
Es por ello que anteriormente decía, que aquél que no es feliz es porque no quiere y es culpa de cada individuo no serlo ya que tenemos al alcance de nuestras manos o de un “click” la certeza de felicidad. Lo preocupante de todo esto, es que uno como adulto puede hacer conciencia al respecto, pero ¿qué pasa  con aquellos infantes que no son capaces de sentir el mínimo indicio de desdicha? Échele un vistazo a los niños de hoy día en algún sitio público y en su mayoría aquél que no es complacido desata una guerra campal con sus emociones incitando la de los padres de tal modo, que de inmediato el padre o la madre o quien quiera que esté al cuidado del infante busca el objeto de placer que pueda acallar esa guerra emocional y por tanto, otorgar la felicidad al infante. Ya también lo dice nuestro filósofo francés en misma obra “La transformación de la esfera educativa no ha dejado de tener consecuencias profundas en la vida psíquica de los individuos. Uno de los efectos de esta educación es que tiende a privar a los hijos de reglas, de pautas ordenadas y regulares que son necesarias para la estructuración psíquica”. (p 194)
¿Qué es entonces esta felicidad plástica de la que les hablo?
Es una mera ilusión, un engaño de los sentidos y una inmensa evasión de lo que realmente somos. Sin embargo, no lo condeno, yo disfruto mucho comer algo rico, estrenar una prenda, que mi ropa quede suave y huela rico, si, ciertamente todos estos detalles son maravillosos cuando tenemos la suerte de poder disfrutarlos pero no nos auto engañemos pensando que es la suma de estos momentos lo que es la felicidad. La felicidad esta curiosamente donde menos la hemos buscado.

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