Luis Almagro en la OEA

miércoles, 21 de agosto de 2019 · 08:30
Twitter: @AGuerreroMonroy Desde niño lo llaman El Oso y ha vivido en países con culturas tan diversas como Alemania, China e Irán. Es deportista y no come por ningún motivo carne, le encanta el jazz y es fiel lector de poesía porque dice que este género literario “tiene la particularidad de sintetizar como nadie expresiones hermosas o duras”.
El uruguayo Luis Almagro ha sintetizado sus casi cinco años como secretario General de la OEA en dos palabras: acción y compromiso.
Acción para renovar una organización que se percibía estancada e inmóvil ante los desafíos y preocupaciones de Latinoamérica. Compromiso para construir puentes de entendimiento con países como Venezuela, en donde una dictadura viola los elementales principios de libertad democrática y los derechos humanos de voces disidentes y opositoras.
Almagro fue electo para el cargo el 18 de marzo de 2015 por 33 votos y una abstención. Previamente fue canciller durante el gobierno de José Mujica -el líder social que presidió Uruguay entre 2010 y 2015- desde donde destacó como defensor de los derechos humanos. Fue artífice del asilo a seis personas de Guantánamo y otorgó asilo a familias sirias provenientes de un campo de refugiados en Líbano. Nació en 1963 en Cerro Chato –pequeño paraje al norte de Paysandú- a tres horas de Montevideo. De niño disfrutaba montar a caballo y pasaba horas leyendo acostado en el piso de su casa. Ha dicho que su infancia fue muy feliz en campo abierto “sumergiéndose en alguno de los arroyos que atravesaban el campo y cuando caía la noche, viendo como los fogones encendían la oscuridad mientras que el ambiente olía a madera quemada”. Almagro proviene de la cultura del esfuerzo que le permitió llegar desde la izquierda uruguaya a lo más alto de la diplomacia de su país y posteriormente a la cumbre de la diplomacia hemisférica.
Coherente con sus principios, realizó una campaña con pocos recursos y basada en la necesidad de impulsar la democracia y los derechos humanos en las Américas.
Por su gestión, ha sido reconocido por su cercanía con los grupos vulnerables y ser un defensor a ultranza de quienes son atacados por expresar sus ideas. Bajo su mandato, la OEA se ha convertido en una voz vigorosa y fresca que se escucha con sonoridad en el continente. El Organismo destaca hoy en día por luchar contra ejercicios autoritarios del poder y defender la democracia a través de una continua promoción y observación electoral con recomendaciones precisas para perfeccionar los sistemas electorales. De 2015 a la fecha se tienen más de 50 Misiones de Observación Electoral en 20 países. Cabe decir que en esta misión, Almagro ha estado acompañado de dos mexicanos con vasta experiencia y compromiso democrático, como lo son Francisco Guerrero, Secretario de Fortalecimiento de la Democracia, y Gerardo de Icaza, Director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral. El lustro de Almagro en la OEA ha sido de logros y dinamismo, lo que ha permitido consolidar a la organización y tener una fuerte presencia en la región. El Secretario General cuenta con el respaldo suficiente para reelegirse al frente de la OEA en 2020 al contar con el apoyo de países como Brasil, Colombia y Estados Unidos. La batalla para lograr que Venezuela regrese al sendero de la democracia debe continuar. Almagro ha dicho que “la democracia es el instrumento esencial para el desarrollo de nuestros países y el debilitamiento de las instituciones y la falta de sujeción al estado de derecho así como el desconocimiento de poderes del Estado, tienen una incidencia absoluta en el bienestar y seguridad de los pueblos”.

Postdata

En esta tesitura, el pasado lunes se llevó a cabo el Congreso Internacional de Organismo Certificados en Normas de Calidad, organizado por la OEA y el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM). En este evento, el secretario Luis Almagro señaló que entre más equipemos a nuestros sistemas democráticos de herramientas como la ISO Electoral (54001), “mejor protegeremos y blindaremos a la institucionalidad de corrientes subterráneas de malas prácticas que apuestan por la erosión gradual de la democracia”. Enhorabuena por esta nueva certificación. Los ciudadanos exigen la mayor calidad y garantía de sus institutos electorales. La norma da respuesta a esta demanda ciudadana.

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