¿Por dónde empezamos a combatir la violencia contra las mujeres?

martes, 20 de agosto de 2019 · 08:00
Twitter: @RicardoSolano_ En una de mis muchas visitas a centros penitenciarios federales, conocí a una interna especial. Tenía problemas de salud mental. Su historia resumida es: su madre la prostituía desde muy joven, sufrió todo tipo de abusos conforme creció ¿Por qué estaba interna? Un día se embarazó de su entonces novio, sin embargo, éste la obligó a abortar y la dejó por otra mujer, ella decidió -entonces- aventar ácido en la cara de la nueva novia de su expareja. Este caso era particularmente doloroso. Tuvo varios intentos de suicidio mientras estuvo interna. En la última que recuerdo se tragó varios tornillos que quitó de su cama. Su comportamiento es el de una niña pequeña, es decir, habla como niña y siempre llevaba un par de coletas en el cabello. Por si fuera poco, tenía problemas alimenticios, no comía. Me tocó en varias visitas pasar a decirle que por favor comiera para poder verla más fuerte la siguiente ocasión que la viera. A veces este tipo de visitas la motivaba y tenía breves mejorías. Durante las últimas visitas que hice a este CEFERESO, me enteré de que su condena estaba casi por terminar. Su madre, en las visitas que le había realizado poco tiempo antes, le dijo que el hombre que la violaba ya la estaba esperando afuera, para cuando saliera de prisión. La pobre le pedía al personal del centro penitenciario que no la dejaran salir, que ella no quería salir de prisión, que estaba mejor adentro. La realidad es que el personal había hecho un gran trabajo tratando sus problemas de salud, teniéndole paciencia y procurando que saliera adelante. En la última temporada de Orange is the New Black, Suzanne -una de las internas con problemas de salud mental- le pregunta a su madre si ésta cree que ella merecía estar en prisión. Su madre terminó diciendo que no, que no creía que Suzanne debiera estar en prisión ¿Dónde estábamos como sociedad cuando esta interna estaba siendo prostituída por su madre?
No nos equivoquemos de lucha. La lucha para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres debe darse en las familias. Al Estado le corresponde perseguir y sancionar los crímenes.
A la sociedad, a las familias, les corresponde inculcar valores y el respeto por la dignidad de todas las personas. El que un hombre, sin importar su origen o profesión, viole a una mujer habla más de la degradación de nuestra sociedad que de las omisiones de los gobiernos.
Claro, los gobiernos deben crear políticas públicas en favor de las mujeres y cortar los círculos de victimización y revictimización dentro del sistema de justicia.
Claro que los ministerios públicos y médicos legislas deben tener mejores protocolos de atención para las mujeres que han sufrido abusos y violencia. Pero la única forma de vencer la violencia de género es reconstruyendo el llamado tejido social, es educando a los hombres y mujeres con valores. No es tarea del gobierno moralizar a la sociedad, esa tarea es nuestra, de los hombres y mujeres que hoy son padres y madres. Claro que puede entrar aquí una discusión sobre el rol de las políticas públicas para mejorar entornos familiares. Claro que la cantidad de horas que una persona pasa trabajando en este país lastima a la unión familiar. Claro que de ahí surgen familias distanciadas. Y aún así, es responsabilidad de nosotros, como sociedad, fomentar valores en nuestros niños para que mañana ni hombres ni mujeres abusen de otro ser humano, sin importar qué dice o hace o deja de hacer el gobierno en turno.

Otras Noticias