¿Qué hay detrás de las tensiones en Irán?

miércoles, 3 de julio de 2019 · 10:38
Twitter: @MauricioAceves  La escalada de las tensiones entre Irán y EE.UU. comenzó en mayo 2018 tras la salida unilateral del país norteamericano del acuerdo de nuclear adoptado en 2015, la situación se ha agudizado en las últimas semanas por una cronología de hechos: 1) el derribo de una aeronave no tripulada Global Hawk estadounidense; 2) los atentados a los buques petroleros Front Altair y Kokuka Courageous, cuya autoría se desconoce; 3) el recrudecimiento de las sanciones económicas a Irán y en respuesta la recapitulación del programa nuclear iraní; 4) el ciberataque orquestado contra los sistemas de defensa iraníes; y 5) las declaraciones de funcionarios de ambas partes, que pierden matices diplomáticos mientras que adoptan acentos beligerantes. A pesar del ánimo actual, la coyuntura tenderá a enfriarse en los próximos meses, aquí los principales puntos por lo cual esto sucederá:
  • No existe un motivo suficiente que justifique una confrontación convencional entre Irán y EE. UU., es decir, la narrativa mediática busca confrontar a Irán con la comunidad internacional, pero no se ha reportado un hecho capaz de convencer al mundo de que Irán representa una amenaza;
  • Una guerra convencional no gozaría de aceptación en el electorado estadounidense, no hay agresión por responder, lo cual restaría legitimidad a una hipotética intervención directa. El Presidente Donald Trump ha optado por el retiro de tropas de la región desde el inicio de su gestión, esto no cambiará en tiempos electorales;
  • Irán no es Iraq, en 2003 el ejército de Iraq ya estaba derrotado, la corrupción en sus filas, las deserciones contadas por miles en todos los rangos, así como un inventario militar inflado no fueron obstáculo, Irán cuenta con una fuerza militar altamente profesional que aparece en las primeras posiciones del Global Firepower 2019, es decir, una guerra con Irán significaría un número considerable de bajas y destrucción de gran magnitud;
  • El estrecho de Ormuz es testigo en su chokepoint (40 km) de más del 20% del comercio petrolero y del 35% del comercio marítimo de este recurso, el estrecho es una llave para la estabilidad energética del mundo, un conflicto en la región tendría repercusiones inmediatas en la estabilidad global;
  • En palabras de General Iraní Gholamali Rashid, “si se desencadena un conflicto en la región, ningún país podrá gestionar su alcance a tiempo”. Las potencias regionales, tradicionalmente enemistadas con Irán como Israel y Arabia Saudita no desean un conflicto de esta escala en la región a la que pertenecen, nadie saldría bien librado de un conflicto de esta magnitud.
¿Por qué jugar con fuego? En Washington hay un objetivo oculto detrás de esta escalada de tensiones y lo es la negociación de un tratado que supere el alcanzado en 2015 a través de la máxima presión, que logre la desnuclearización e incluso imponga un nuevo orden en la región, este documento tendría la talla del acuerdo de Sykes-Picot (1916) y sería el resultado de esta jugada maestra que de paso aseguraría la reelección presidencial. No sería la primera vez que la Casa Banca utiliza este tipo de estrategias, abrir un conflicto para negociar sobre un frente distinto. Guardando la proporcionalidad nos sonará familiar aquel 5%, la negociación arancelaria nunca fue un objetivo o una amenaza real, únicamente fue el anzuelo para lograr lo que probablemente fue el mejor acuerdo migratorio de la historia. Citando a un antiguo profesor: “todo se resuelve en grados de agresión”.