Twitter: @PJCOMEXI
Por Emerson Segura Valencia
Twitter: @Emer_Seg
El papel de los intelectuales en el actual contexto político en México ha sido abordado de manera superficial o frívola. El pasado lunes, Gibrán Ramírez en su columna semanal en el diario Milenio, no tuvo reparo en sentenciar a intelectuales como Mario Vargas Llosa, Denise Dresser y José Antonio Crespo. Con su conocido dedo flamígero, sentenció y aseveró que “sus marcos teóricos son de los años 80 y 90 y los usan por reflejos”.
Gibrán señala que estos personajes están motivados principalmente por la “fantasía”.
A lo largo de su texto, plantea la caducidad de estos personajes y lo estériles que pueden resultar sus reflexiones ante la opinión pública. Es decir, para el joven analista no entienden el momento por el que atraviesa México ante un “gobierno mayoritario y legítimo” como el de López Obrador. No obstante, Gibrán debería de recordar que a diferencia de lo que quieren hacer creer, la democracia mexicana no nació el 1º de julio del año pasado. Tampoco, los únicos intelectuales independientes y con sentido de justicia social empezaron a tomar los medios a partir de esa fecha. Los personajes citados no son menores, uno puedo en mayor o menor medida coincidir con ellos pero llamarlos “agoreros” y asegurar que “la mayoría de los intelectuales tiene poco tiempo para leer y reflexionar”, es ominoso y soberbio.
La imagen del reemplazo de ciertos comentócratas e intelectuales orgánicos es una neblina que recorre la prensa, las mesas de debates y hasta los nuevos programas televisivos en cadenas del Estado mexicano. De gatillo fácil y sin vacilar, apunta:
“La derecha derrotada necesita intelectuales que le marquen rumbo y le ayuden a entender al país”.
Hablando de marcos teóricos agotados y recetas trasnochadas, Gibrán pertenece a un nuevo grupo de opinadores empecinado en entender la realidad política actual desde el lente de lo obsoleto. Las coordenadas lineales de izquierda-derecha son tan vanguardistas como “declarar el fin del neoliberalismo” o leer el mundo tal como si se viviese en plena Guerra Fría. Tal vez a la “izquierda” no le hacen falta los intelectuales, está satisfecha con lo que tiene. Algunos más avant-garde y otros más minimalistas. Gibrán sería más bien híbrido que desprende hacia un autoritarismo minimalista, cuando sentencia:
“Entretanto, el lopezobradorismo sigue ganando, como siempre”.
En el escenario previamente planteado, México se encontraría en una indigencia intelectual.