Cuando la tradición colisiona con el presente: El sueño del Mara’akame
¿No han sentido que al pasar de los años no encajas del todo en el entorno que te rodea? ¿O que ciertas tradiciones que conocías se han transformado o hasta desaparecido? El choque generacional de manera inequívoca tiene un hondo impacto, haciendo que nos cuestionemos qué puede conservarse de lo que conocemos y qué es aquello que surge de un cambio mostrándonos inéditos aspectos de la realidad.
La ópera prima del director mexicano Federico Cecchetti, El sueño del Mara’akame, nos enfrenta desde una perspectiva inserta en la cultura wixárica a estas disyuntivas sobre lo moderno y antiguo, a través del personaje central Neri, un joven que cuestiona su aparente e inequívoco destino a convertirse en chamán. A lo largo de este conflicto por parte de Neri con su padre -quien es el mara’akame (chamán) de su comunidad, nos empapamos de la cosmovisión de los huicholes, de su estilo de vida y de los quiebres culturales a los que se enfrentan al estar insertos no solo en un país tan polifacético como es México, sino en tiempos actuales donde las industrias culturales, el desgaste de valores, el consumismo y la falta de sororidad son patentes.
Cecchetti apostó por un filme y no un documental para poder echar mano de la ficción e introducir el papel de los sueños como revelación y guía, además de permitirle jugar con escenas que juegan con este rasgo onírico y extrasensorial. La estética visual y sonora de la película es impecable desde el comienzo: Nos adentra a los rituales característicos de los huicholes con el hikuri (peyote) en el desierto de Wirikuta y la solemnidad que representan, pasando por su cotidianidad hasta llegar a su encuentro con la vida urbana, donde consumir esta clase de plantas sagradas se ha transformado en moda, despojándola de toda su sacralidad originaria, pero recordando que también en esta caótica ciudad hay esperanza y personas que buscan encontrar respuestas a sus problemas más profundos.
Ver esta película sacude tu mente, te plantea interrogantes como las que se mencionaron al inicio: ¿El llamado progreso atenta contra las costumbres que tienen años o hasta siglos vigentes? ¿Es adecuado ir en contra de lo establecido? ¿Se puede combinar lo antiguo con lo actual? ¿Esta urbanidad en la que vivimos es lo más adecuado? De ahí el acierto del director -egresado del CUEC- de que su protagonista sea un adolescente, pues en esta etapa de nuestras vidas hay una notoria crisis donde nuestra identidad se pone en jaque, donde nos rebelamos a la tradición vigente, tratando de buscar nuestro propio camino acorde al presente en el que estamos inmersos.
Estas últimas disertaciones se manifiestan con Neri, quien se afana en no seguir el camino que desde su nacimiento se le asignó, y prefiere invertir su tiempo viendo revistas eróticas o en compañía de sus amigos en una banda musical llamada Peligro Sierreño. Siendo reprochado por su padre diciendo que su voz no debe utilizarla para esas trivialidades, sino para curar y orientar a su comunidad a través de cantos sagrados. Es así como el joven personaje se ve en una disyuntiva, seguir sus sueños como cantante o meterse de lleno a su vocación como chamán.
Sus dudas se intensifican cuando al parecer sus dones que tiene como mara’akame no resultan del todo, o cuando no comprende por qué un animal que considera como parte de su familia debe ser sacrificado. Así pues, en un viaje junto con su padre a la Ciudad de México encuentra respuestas a su incertidumbre.
[caption id="attachment_54351" align="aligncenter" width="662"] Fuente: Cine PREMIERE[/caption]En lo personal, el filme me enfrentó a conflictos, pues la música que Neri junto con sus amigos producen es llamativa, bailable y alegre, por lo que ¿Acaso habría problema que él se dedicara a esto? Pero por otro lado está el preservar el legado de toda una comunidad y el que no se desintegre al pasar del tiempo. Cada uno de nosotros como espectadores formaremos una opinión y trataremos -al igual que el protagonista- de buscar un criterio. Las últimas escenas son contundentes y creo sirven para cerrar el mensaje del director sobre los huicholes y nuestras tradiciones.
Cabe señalar que la mayor parte de actores son amateurs, además que la inspiración para la película fue a partir del contacto con Antonio Haka Temai Parra, chamán de Jalisco, que sensibilizó a Cecchetti sobre la cultura wixárika y quien es el padre -tanto en la ficción, como en la vida real de Neri (Luciano Bautista)-.
Por último, El sueño del Mara’akame se filmó en 2016 y fue exhibida durante ese mismo año en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), ganando el premio OJO que se otorga a primer y segundo largometrajes mexicanos, y no fue sino hasta 3 años después que se logró su distribución comercial, siendo esto todo un trance por parte del cineasta, muy similar a lo que sufren los huicholes hoy en día, tratando de conservar su esencia, sus lugares sagrados y costumbres ante la voraz y devastadora modernidad.