La jungla que llamamos política

miércoles, 29 de mayo de 2019 · 08:00
Twitter: @marisahurtadom  La guerra sucia comunicacional no es algo nuevo. Desde que la historia tiene memoria, nuestros gobernantes y representantes han utilizado este talento maquiavélico para saciar su necesidad de poder. Y cuando digo un talento maquiavélico es porque se manejan de manera fría, calculadora y astuta, con tal de conseguir sus propósitos, sin importar a quien afecten en el proceso, y sin que sea el bienestar del país o de los ciudadanos su objetivo principal. En esta jungla que llamamos política, sus principales actores se enfocan en apuntar el dedo hacia sus enemigos, muchas veces sin fundamentos, pero sabiendo que pueden provocar un escándalo.
No es un duelo donde sobrevive el más fuerte, sino el que juega más sucio.
Y es que son incontables los casos en que los políticos se han dedicado a aniquilarse los unos a los otros en lugar de hacer su trabajo. Como olvidar el escándalo de Watergate, en el que el equipo del entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, infiltró la casa de campaña de los demócratas, con el fin de abrir camino a los republicanos. [caption id="attachment_53420" align="aligncenter" width="687"] Fuente: Longreads[/caption] O sin irme muy lejos, las contiendas electorales que se llevaron a cabo en julio de 2018 se caracterizaron por los embates comunicacionales, en donde ya se iban todos contra todos (aún siendo del mismo partido) o se dividía a la sociedad entre los famosos fifís y los chairos. Poco fue el interés de los candidatos de ganarse a los ciudadanos presentándose como la mejor alternativa.
Fue más fácil enfocarse en los destapes, la calumnia y la difamación.
También, como dejar pasar los escándalos entre nuestros queridos partidos, con los múltiples videos y llamadas que “aparecen” o se “liberan”, muchos de ellos siendo falsos o plantados con el fin de desprestigiar a una persona, y con la pretensión de distraer la atención de los temas relevantes o controversiales, para posicionar elementos relacionados con comportamientos o perfiles personales. Carreras enteras han sido destruidas, buenos políticos han sido acabados y como dije desde un principio, ni siquiera por beneficiar a la sociedad, sino simplemente por colmar esa sed de poder. Y es que duele pensar que no existe el político que haga los descobijes porque sinceramente quiera proteger a los electores, desenmascarar actos ilícitos o revelar a las lacras del gobierno. No. Son tan cínicos que en vez de cumplir con sus responsabilidades y realmente atender las necesidades de la población, toman el camino sencillo y simplemente buscan desprestigiar a cualquiera que sea su competencia o no esté desacuerdo con ellos. Aunado a esto, los ciudadanos somos constantes bombardeados con estos escándalos, complicando nuestra capacidad para poder distinguir entre los escenarios reales, los falsos y los elaborados. Uno ya no sabe de que está hecho un político, y nuestras opiniones se pueden ver manipuladas o permeadas por estas plataformas comunicacionales, que lo único que buscan es la persuasión de las masas, influyendo de manera mental, afectiva y cognitivamente nuestras actitudes y conductas.
Y porque es verdad que el poder triunfa cuando se logra imponer la verdad propia, como la verdad de todos.