El pueblo bueno

martes, 12 de febrero de 2019 · 08:01
Twitter: @LaKathirina  "Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros". -Kant ¿Los seres humanos somos buenos o malos? ¿Quién es villano y quién héroe? ¿Podemos ser buenos y malos a la vez? ¿Quién decide o quién juzga? Podría apostarles todo, a que son preguntas que han resonado en las cabezas de todos, a lo largo de la historia y el tiempo. Las religiones, la política, las costumbres y la filosofía misma, se han encargado de abonar a la discusión y siempre parece estar vigente. Sin embargo, los humanos ¿sólo somos una u otra cosa? Es decir ¿podemos simplemente ser una cosa u otra? Concebir el mundo, y por ende a nosotros mismos como seres de una misma especie biológica, nos hace más sencillo mediar e interactuar con nuestro entorno ya que, ver las cosas como dos opuestos complementarios (como luz y oscuridad) nos da una cierta certeza, que nos permite predecir y prevenir (o al menos eso creemos). Por ejemplo, si estamos conociendo a una nueva persona, es muy probable que nuestro principal interés se enfoque en tratar de indagar si esa persona está en el dominio de bueno o malo, si es confiable o no. De esa forma, los indicios que comencemos a percibir permitirán rápidas deducciones del tipo:
Si la persona es criticona entonces es mala”, “si él es habla mal de los otros a sus espaldas entonces no es leal”, “Si ella se preocupó y ayudó al señor que se cayó entonces es buena”.
Vamos por la vida buscando esos indicios que nos hacen más fácil interactuar con otros y con el mundo en general. Al paso del tiempo, esos indicios se agrupan en indicios similares y se forman prejuicios, pero eso, ya es otro tema. Aunque esa es la forma en la que vivimos nuestro día a día, es importante darnos cuenta de que, incluso nosotros, yo que escribo y usted que lee, no somos seres binarios, somos muchísimo más complejos que buenos o malos. Pongamos en contexto lo que trato de decir. El accidente de Tlahuelilpan. Robaban gasolina y por lo tanto eran malos y se merecían lo que les paso. Robaban gasolina motivados por la extrema pobreza en la que vivían y esa desesperación los llevo a arriesgarse por obtener algo que pudieran vender y tener dinero. Ambas opiniones que reflejan cómo se polarizó la opinión. Una impronta de si era buena o mala la gente que ahí vivía. Pero ¿de verdad algo tan complejo como esto, puede reducirse así? Una gran mayoría líderes de opinión, ciudadanía e incluso el presidente mismo, se empeñan en hacer estas distinciones binarias de forma que, las sutilezas, miniedades y detalles de los grandes problemas que nos afectan, pasan desapercibidos y se vuelven invisibles. ¿El enorme riesgo de esto? Estos pequeños aspectos se vuelven determinantes y, al ser invisibilizados, escapan de las alternativas de solución que se implementan, convirtiéndolas en simples paliativos.¿Alguno de los huachicoleros que ganan millones, murió en la explosión? ¿Qué motivó a la gente que murió para ir a recoger gasolina? ¿Sabían de la peligrosidad que implicaba manipular y almacenar la gasolina?,  ¿la tragedia podría haberse evitado? Responder a las preguntas sólo con categorizaciones de bueno o malo ¿ayudaría a resolver el problema? Mi punto: El pueblo bueno no existe como tampoco existe el pueblo malo, ni los bad hombres, ni los good ones. Seguir creyendo esa mentira nos mantendrá oscilantes, con un paso hacia la estabilidad y la paz,  pero dando siempre dos pasos hacia atrás.
Somos más que buenos-buenos o malos-malos, somos humanos.