Twitter: @PaolaRodc31
Comienzo esta columna, citando una emotiva frase de Patrick Swayze, que en mucho resume de una manera significativa el contenido del presente texto:
Sigo soñando en un futuro, un futuro con una larga y saludable vida, no vivida en la sombra del cáncer sino en la luz.
Para entender el proceso del cáncer, es importante saber que las células de nuestro organismo se multiplican en función de la información que contiene su código genético, mediante estas instrucciones se dividen dando lugar a células funcionales en cada uno de los tejidos, cuando una célula es anómala, crece más rápido produciendo una mutación que genera más células anómalas que se irán multiplicando, así llega el cáncer, por desgracia en la actualidad, una de las causas más frecuente de muerte.
Dicen que siempre hay lugar para la esperanza y aunque los tratamientos con quimio o radioterapia son muy tóxicos y agresivos, y aun cuando el cáncer sigue siendo un reto, hoy en día se conoce que existen cannabinoides con propiedades antiproliferativas, e incluso se sabe ya de algunos de los mecanismos de acción a nivel molecular, lo que facilita el poder predecir cómo actúan y sus efectos terapéuticos, con relación a los posibles efectos secundarios que tienen la mayoría de medicamentos para tratar la enfermedad oncológica.
Se ha demostrado que los cannabinoides inhiben la formación de nuevos vasos en el tumor, es decir que pueden inhibir su crecimiento, se describen propiedades en cuanto a la reducción de posibilidades de metástasis cuando se utilizan cannabinoides, y se ha descubierto que el CBD en concreto inhibe la acción de una proteína llamada ID, la presencia de la cual determina mayor agresividad y posibilidades de metástasis tumorales. Esta proteína se presenta en varias formas, de las cuales el ID1 e ID3 son las inhibidas por el CBD; asimismo el THC, produce sus efectos en el organismo actuando sobre el sistema endocannabinoide y es capaz de unirse y activar los receptores de cannabinoides mimetizando los efectos de los endocannabinoides en el organismo, los estudios que se han llevado a cabo hasta la fecha indican que el THC es el “fitocannabinoide” que tiene una acción antitumoral más potente y es especialmente relevante que los cannabinoides actúan de manera selectiva en las células tumorales.
Desde el punto de vista médico, faltan estudios clínicos que indiquen con precisión qué cannabinoides son los indicados, a qué dosis se deben administrar, y qué ciclos de tratamiento se deben cumplir, sin embargo los cannabinoides se utilizan actualmente de manera conjunta con los quimioterapicos, como paliativos en la sintomatología del paciente oncológico y aun con estas limitantes existen pacientes que eligen ya un tratamiento cannabico, ejerciendo su derecho a elegir el tratamiento más adecuado a su caso concreto.
Aunque los estudios preclínicos sugieren que los cannabinoides podrían ser útiles en el tratamiento de determinados tipos de cáncer, es de vital importancia el impulsar el desarrollo de ensayos clínicos que conduzcan a demostrar su eficacia, de manera fehaciente. Es aun largo el camino que falta por andar en materia de investigación e información respecto del uso del cannabis medicinal. Mientras el tiempo se agota para muchos pacientes, la esperanza de un aliado crece para otros tantos, la legalización es un punto clave para avanzar en esta lucha que se vive día a día.