Cuidarnos para servir
Twitter: @YessUrbina
Accountability Lab festejó durante la semana pasada la entrega de su Integrity Icon, un reconocimiento a los servidores púbicos más comprometidos con la labor que realizan en el Gobierno de la Ciudad de México en donde, después de un proceso de postulación por parte de ciudadanos y evaluación de un jurado, se sometieron a votación ciudadana para elegir al más votado y acreedor al People’s Choice Award. Después de conocer las historias de las cinco personas nominadas y escuchar a panelistas expertos en la ética del servicio público y el activismo, me quedaron muchas reflexiones de las que poco se ha hablado.
Al pensar en servidores públicos, lo primero que viene a la mente son connotaciones negativas relacionadas con la corrupción, impunidad, falta de eficiencia y efectividad que abundan en prácticamente todo el sector público sin mucha diferencia entre una institución y otra. Y sí, no vamos a negar estos males que son evidentes, pero tampoco podemos negar la integridad y pasión con la que muchas personas sirven al país todos los días con la mira puesta en el bien común, en la justicia social. A costa de sus vidas personales, vacaciones y todo lo que implica el sacrificio de ser servidor público. Historias como las de los nominados al Integrity Icon y la de muchas personas más que sirven al país, son prueba de que sí es posible cambiar los moldes que tanto han dañado nuestro país. Sí hay forma de hacer las cosas diferentes, mejores, más justas, incluyentes, cerca de todas y todos los mexicanos. Las motivaciones que nos mueven son diversas y personales, pero al final convergen en la búsqueda de un mejor país. Lo que nadie te dice es que dentro de ésta búsqueda enfrentarás cosas para las que, en muchas ocasiones, no se está mentalmente preparado. En lo personal, dentro del servicio público y como activista en temas de reconstrucción después del sismo del 19 de septiembre, el escuchar y ser testigo de los estragos de un desastre natural que va más allá de los derrumbes y construcciones de inmuebles, es intentar empatizar con el dolor de perder un patrimonio de toda la vida, de haber perdido a seres amados y no tener certidumbre sobre la calidad de vida que los espera en adelante, y si a eso sumamos el proceso burocrático que implica la reconstrucción, las trabas que se enfrentan: legales, financieras, vecinales en fin que cada caso es un laberinto diferente, es un dolor distinto que debe ser escuchado y resuelto en la medida de lo posible. Tener la capacidad de escucha activa y de respuesta institucional es mucho más que cumplir con un contrato o la intención genuina de servir. Es necesario estar mentalmente capacitado para poder dar respuesta a casos que envuelven dentro de sí tanto dolor, enojo, impotencia, desesperación. También es necesario que al final del día lleguemos a casa y estemos conscientes de que lo más sano no es desahogar todo esto con alguien cercano, será útil en los primeros momentos, pero lo idóneo es contar con acompañamiento profesional permanente. Esto aplica para cualquier labor y para la vida en general. No podemos olvidarnos de atendernos a nosotros mismos, no demeritemos el cuidado de nuestra salud física y mental.It’s been a week of celebrations for team #Mexico??. It began with the first ever @IntegrityIconMx Summit and Award Ceremony where @jabnelym, General Director of Affected People in the Commission for the Reconstruction of Mexico City, was crowned the People’s Choice. pic.twitter.com/kjfWrnucIQ
— Accountability Lab (@AccountLab) December 12, 2019
El servicio público no debe ser sinónimo de explotación laboral y sacrificio de la vida privada...De alguna forma nos toca hacer malabares con el tiempo y la disponibilidad para dedicarnos unas horas semanales de autocuidado con los métodos que mejor nos funcionen y seguir sirviendo con pasión y calidad. Para esto también es importante contar con un sistema de salud pública capaz de atendernos. La salud mental es un lujo que no es costeable para todas las personas. Es momento de discutir la implementación de un sistema efectivo que vele por nuestro bienestar mental. Ya no es más un tabú. Es una prioridad y un derecho que se debe garantizar. Más allá de los errores y sacrificios del servicio público, debemos comenzar a discutir las buenas prácticas que hacen posibles el desempeño de una gran labor y todo lo que ésta implica. No es una utopía aspirar a un servicio público de excelencia sin perder su parte humana y de real enfoque en el bienestar y justicia social. Pero para discutir y aspirar a esto, tenemos que hablar de los autocuidados que se requieren para alcanzarlo y los medios accesibles para obtenerlo.