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¿A quién le deben lealtad nuestras Fuerzas Armadas? ¿Al país o al Presidente? ¿Hasta dónde llega esa lealtad?

Si el Ejecutivo Federal, en su papel de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, viola la Constitución, ¿se le sigue debiendo lealtad?

Estas preguntas son algunas de las que han surgido a raíz del severo deterioro de la seguridad, el incremento de la violencia y la relevante participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública en los últimos 13 años.

Su origen también está en el ideal colectivo del deber ser de un militar: apego a la ley, lealtad, disciplina, amor a la patria, sacrificio por tus conciudadanos, etc.

En el escrito de Jorge Javier Romero, El estado como botín1, se plantea que el modelo burocrático creado durante la hegemonía priista del siglo XX, es obsoleto. Quienes lo ocupan ahora sólo se concentran en retener o arrebatar espacios de poder descuidando su responsabilidad de gobernar. Las consecuencias están a la vista de todos. El desgaste institucional y de gobierno, es evidente.

Nuestras Fuerzas Armadas, inevitablemente, están siendo alcanzadas por ese desgaste.

No son pocas las voces que, ante el perpetuo desorden que vive México y en desacuerdo con las políticas que han implementado las últimas administraciones, han preguntado abiertamente por qué las Fuerzas Armadas siguen obedeciendo al Ejecutivo si está dando órdenes equivocadas, por qué no le ponen un alto contestándole «NO» a sus instrucciones, e incluso algunos, en la desesperación y el enojo (y sin darse cuenta del desastre que significaría), piden que los militares tomen el control del gobierno y restauren el «orden» en la República.

Lo anterior es resultado de las múltiples torpezas que se han tenido en la conducción del país. Ante el desorden se aspira que alguien ponga orden. Este último concepto también se asocia, en su deber ser, al militar.

Pero la respuesta no está en que los militares «pongamos orden». Está en que cada uno cumpla con sus responsabilidades. Pero:

¿Cómo lograr esto si algunos civiles siguen dándole órdenes erróneas e inconstitucionales a nuestros pilotos, soldados y marinos?

Esto nos lleva a cuestionarnos que, si el modelo burocrático creado por el priismo ya fue rebasado, el de las Fuerzas Armadas, que también se configuró en esa misma época, tal vez está en la misma situación.

 

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En la Entrega de Condecoraciones de Perseverancia, Mérito Deportivo y Ascensos.

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Las Fuerzas Armadas sirven a la República. Lo que faltaría por afinar son los filtros jurídicos que impidan que se abuse de su subordinación y respeto al poder civil y así evitar que cumplan órdenes inconstitucionales. Ese primer paso es el necesario para empezar a asignar responsabilidades legales entre quien ordena y quien cumple.

Esto, a su vez, fomentaría un conocimiento mutuo entre organismos civiles y militares (#DiálogoCivilMilitar) que daría paso a una relación cívico-militar prácticamente inexistente en México.

Claro que se requieren otros cambios (que no son ni remotamente rápidos como algunos ansían o pregonan), pero estos no pueden darse sin resolver primero los límites a la lealtad institucional que beneficien a la República.

Este es un tema que debemos empezar a hablar en México. No es fácil ni cómodo, y por supuesto, no compete a un solo sector de la sociedad. Clase política, militares, academia y ciudadanía en general debemos dejar de lado nuestros prejuicios e involucrarnos.

Si todos somos ciudadanos de México y buscamos su bienestar, debemos dialogar.

#SolucionesDeRaíz