Twitter: @ana__islas
El más reciente informe de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) refuerza lo dicho por los dos organismos no gubernamentales más importantes de derechos humanos, Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional (AI):
En Chile se violan derechos humanos.
El informe es la última estocada al Palacio de La Moneda y al gobierno que encabeza Sebastián Piñera, quien ya reconoció las fallas de su administración en garantizar la protección a los derechos humanos en el contexto de protesta.
Informe de @ONU_derechos sobre protestas y estado de emergencia en #Chile concluye que carabineros y ejército incumplieron las normas y estándares internacionales sobre control de asambleas y uso de la fuerza, y reclama reformas ? https://t.co/fGQscdXh2L #ChileEnCrisis pic.twitter.com/jlsU13CU9N
— UN Human Rights (@UNHumanRights) December 13, 2019
Lo hizo apenas el 10 de diciembre, arrastrado por la presión de la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos, mismo día, por cierto, en que una joven de 15 años recibió el impacto de una bomba lacrimógena en la cabeza en el marco de una manifestación en Plaza Italia, que la mantiene en estos momentos hospitalizada.
El documento de 35 páginas es contundente, duele leer los detalles, le pone rostro a las cifras y les quita lo frío, te lleva de la mano al recrudecimiento de la crisis chilena, a las advertencias de organismos locales de derechos humanos, al dolor de un pueblo que exige justicia. Y sólo recopila lo sucedido en siete regiones del 30 de octubre al 22 de noviembre. En las calles la protesta sigue.
La evidencia está ahí, hay responsabilidades claras, cadenas de mando específicas, violaciones con nombre y apellido, recomendaciones a seguir.
Con todo ello, nadie se explica que el director general de Carabineros, Mario Rozas siga en el cargo, que un presidente con diez por ciento de aprobación siga promoviendo leyes que buscan criminalizar la protesta y que pese a la presión internacional la estructura del gobierno siga intacta.
El cinismo de la clase política a lo que sucede en las calles y que se ha traducido en documentos como el de ACNUDH, parece intocable. Las conciencias de los que conducen los hilos del país pueden dormir perfectamente en las noches incluso cuando sus órdenes durante el día ciegan, torturan, violan y terminan con la vida de la gente.
Buena parte de la élite política, económica, intelectual y académica parece inmersa en una burbuja incapaz de comprender la realidad de las masas y lo que estamos viviendo de manera global y que Chile ejemplifica en lo particular: El choque que provoca la falta de comprensión entre esas dos realidades, algo que la foto de Goran Tomasevic ilustra a la perfección.
Gino Rojas, el chileno ?? detrás de la gaseosa y la policía antimotines: historia de una foto ? https://t.co/XYx3x1ohCT pic.twitter.com/hbw1vxmi8B
— Reuters Latam (@ReutersLatam) December 9, 2019
En qué mundo vivimos donde violaciones de derechos humanos en estados supuestamente democráticos se queda en recomendaciones y no se traduce en una acción mayor.
Lo que sucede en Chile, nos deja ver que la defensa de los derechos humanos es una cuestión de conveniencia política y no de convicción.
Presidente, ¿cómo es estar en guerra con un enemigo poderoso cuando ese enemigo es el pueblo que te eligió?
Carabinero, ¿cómo es usar los propios medios que el Estado ha puesto a tu disposición contra el propio pueblo que confiaba en ti?
Estado, ¿cómo es ser considerado demócrata y al mismo tiempo cargar sobre los hombros 2 mil 670 investigaciones sobre presuntas violaciones a derechos humanos en tu territorio?