Vivir

viernes, 8 de noviembre de 2019 · 00:08
Twitter: @LuzJaimes Estaba parado frente al mar, usaba pantalón de mezclilla y zapatos cerrados. No era el atuendo para estar ahí ni la ocasión. No pudo planearlo ni llevar bloqueador. Tampoco pudo invitar a esa mujer. Pensó que nunca es el momento indicado para nada. Mientras se introducía bajo el agua recordó que no sabía nadar, pero decidió aprender, quién sabe cuándo volvería a estar en una playa. Al salir de ahí, mojado y dichoso, caminó hasta el malecón. Había un mariachi falso que tocaba música de su tierra y se quedó a escuchar.
A veces la música no suena si la tienes cerca.
Llegó a donde estaba la gente y percibió el olor a carne. Nada en sus bolsillos para comprar. Se paró en la puerta del lugar, el hambre lo impulsó a recitar un poema que escribió en su juventud. Un hombre mayor lo miró de arriba abajo y le extendió la mano para invitarlo a comer. Nunca antes ser poeta había servido para nada. Se hizo de noche. En la calle encontró a unos jóvenes bailando. No pudo resistir verlos destruir el ritmo y les enseñó unos pasos que ellos aprendieron bien. A cambio recibió bebida y el confortable techo de una camioneta para dormir.
Mirando hacia la luna pensó que nunca había sido tan fácil vivir.
[caption id="attachment_84202" align="aligncenter" width="600"] Fuente: wallhere.com[/caption]

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