Un golpe no es opción

jueves, 7 de noviembre de 2019 · 02:11
Twitter: @HigueraB "La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas". - Albert Camus El día de muertos fue, como ha sido desde hace más de una década, una fecha en la que se entremezclo mi día con dolor por varias ausencias y amor que celebra la vida con mi familia. Paseamos, elaboramos calaveritas de dulce, hablamos de los ausentes, Emiliano, los abuelos y las tías abuelas. Recordamos que en esta tierra tan maltratada aún estamos vivos y llenos de amor y agradecimiento por la fortuna de compartirnos unos a otros. Sin embargo, como si el all hallows eve tomara revancha de nuestro día fraternal con las catrinas,  la noche se llenó de espectros y miedos, gracias a la mención de un golpe de Estado por parte del presidente en sus redes sociales. Hasta el momento de escribir esta columna el hecho no había pasado de un susto monumental y muchas cavilaciones durante la noche del sábado. La espuma subió y los analistas hemos trabajado horas extra para saber o explicar que pudo haber sucedido que provocara el tuit famoso de Andrés Manuel. En mi caso esto me llevó a reflexionar sobre lo que se encuentra en juego, las posibles consecuencias de que algo así realmente se concretara y que sucedería si fracasa o logra su cometido.

Lo que nos estamos jugando

La sociedad mexicana ha avanzado, a lo largo de décadas, con un paso penoso en el camino de la democracia. Pese a quien le pese, las críticas tan de moda sobre la falta de democracia en nuestro país son justas descontextualizadas y son muchas veces interesadas.
Hoy en día, en México nos jugamos la poca o mucha libertad que se ha conquistado a lo largo de más 50 años de luchas, pero nos jugamos nuestra libertad.
No hay una autoría única de ella y por eso es tan complejo explicarla. La escribieron los guerrilleros, los opositores blanquiazules/amarillo/guindas, los que marcharon para denunciar el fraude del 88, los que trabajaron para construir instituciones que garanticen la democracia, las mujeres que luchan y lucharon para erradicar la estupidez de una existencia sin derechos, las personas que cada elección van a votar a pesar de sus objeciones al sistema y a los candidatos, la prensa (no toda, no siempre) y la academia. La lista siempre se queda corta. Y por esto la obra de la libertad en México es imperfecta, llena de huecos y de deudas pero esperanzadora. Aún así es libertad. Los que tenemos memoria podemos recordar que hubo un tiempo de presidencia y gubernaturas imperiales, donde la idea de decidir nuestro destino  por medio del ejercicio de nuestros derechos era irrisorio. Hoy podemos decir que estamos más allá de esos tiempos, pese a todo. Alejamos parcialmente esos poderes inauditos e incontenibles que están amenazando con regresar y provocar al tigre. Y eso es lo que nos jugamos, nuestros derechos, nuestra libertad.

¿Y si ocurre un golpe de Estado?

Mi esposa, que proviene del cono sur, tiembla cada vez que comentamos el tema. No es para menos. Un golpe significa la cancelación de derechos y de posibilidades. Es el reino de la fuerza y la violencia. Sí es posible más violencia que hoy en día y en esferas inimaginables. Más allá de la quiebra democrática que un golpe triunfante significa debemos entender que es un fracaso histórico de las sociedades. Denota que ni el gobierno, ni la oposición, ni los poderes extrapolíticos, las fuerzas armadas y cada uno de nosotros supimos construir civilizadamente una sociedad de libertad. En pocas palabras: un golpe de estado nos encara con el hecho de que el interés de todos no es la prioridad de nadie.

¿Qué sigue?

En realidad no hay mucho nuevo que decir. El gobierno debe de corregir el rumbo, trabajar y dejar de provocar divisionismo y  las dobles caras (remember Bonilla); la oposición debe dejar de ser un atajo de niñatos que se evidencian como racistas y clasistas dispuestos a recurrir a lo peor del pasado presidencial (remember Fox) como parte de su “lucha” y debe construir un proyecto incluyente e inteligente (ni más, ni menos). Las fuerzas armadas deberán apegarse a su ya larga institucionalidad. Los ciudadanos debemos estar conscientes de que, chairos o derechairos, somos todos mexicanos y debemos actuar de forma inusitada (es decir más allá de nuestro interés inmediato), con responsabilidad cívica. Tan poca visión e inteligencia muestran los que suspiran por derrocar al presidente constitucional, como aquellos que piden la eliminación de todos los contrapesos y límites al poder. Ya lo dije y lo vuelvo a sostener, ambos grupos son antidemocráticos y son la misma gata revolcada de formas diferentes. No seamos parte de la demolición de nuestro país, actuemos con inteligencia. El golpe no es opción, ni como recurso retórico siquiera. Las dictaduras que salvan del capitalismo o preservan la cultura occidental y cristiana son lo mismo.  No lo olvidemos. #LaDuDaDeHoy ¿Cuánto van a tardar en criticarme los extremos por no justificar a ninguno?  Pues menos de lo esperado, ya lo hicieron y ni hemos publicado esta columna, jajajaja.

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