El destino sí existe

martes, 26 de noviembre de 2019 · 09:26
Twitter: @JLUIS_CUEVAS El destino existe, no tengo la menor duda, Carlos tampoco. Hoy y tras algunos años de conocerlo, de pasar de la escena de un aficionado gritando su gol en la Copa Confederaciones 2005 ante Argentina, al momento actual, donde he podido entrevistarlo en varias ocasiones, vienen a mi mente muchas cosas, gratas vivencias, igual de fascinantes que las que vivió Carlos Salcido, y es que, más allá de la Liguilla, del momento de nuestro futbol, considero que me debía este texto para él, el sueño cumplido y la esencia de nuestra vida: luchar y nunca dejar de intentar. Siempre he pensado que jugar al futbol es el sueño de todos, y cuando te encuentras con historias como la de Salcido, uno toma su historia como propia.
Carlos representa el sueño cumplido de muchos que lo intentamos sin fortuna, jugar al futbol profesional con la calidad y carácter como él lo ha hecho, solo hace que enaltezcamos más su trayectoria.
 
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No crecemos cuando las cosas son fáciles.- crecemos cuando enfrentamos RETOS ?????

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El destino sí existe, siempre lo he tenido claro, y Carlos con el tiempo lo fue entendiendo, valorando y se preparó para afrontar los retos de la mejor manera. A los 19 años un joven “de pueblo” y con la cultura del trabajo desde niño, atendía una Ferretería, misma que vendía cosas robadas (él ni enterado), un sábado, en un operativo policial, el joven pudo caer en la cárcel, pero la vida le tenía deparado otro destino, por ello, aquel momento cambió su vida, tras quedar absuelto, decidió renunciar y tomarse una semana de descanso para buscar un nuevo trabajo, bendito destino, bendito futbol. Con pantalones de mezclilla a las rodillas, zapato de vestir y camisa, Carlos acompletó al equipo de sus cuates el lunes siguiente por la tarde, el balón y él, no tenían una relación desde hace años (dejó de jugar a los 11 para trabajar y “llevar el chivo a casa”), nadie de los presentes, estaba enterado que había visores del Oro…El destino existe. Lo logrado ya es historia, jugar 3 copas del mundo, ser campeón olímpico, destacar en ligas como la holandesa o la inglesa, ser campeón con Chivas y Tigres, es solo parte de la carrera ganada por Carlos, el niño que perdió a su madre a los 9 años, que extrañó a sus hermanos mayores -quienes emigraron al norte en busca del sueño americano-, quien a sus 13 años dejó su natal Ocotlán, Jalisco, con el alma quebrantada, con la ilusión de una vida mejor en la capital, donde un campo de tierra, unos cuates y un balón, cambiaron su destino. Carlos siempre ha sido ejemplo, su fortaleza, su espíritu combativo y su buen corazón siempre lo ha caracterizado, no cabe duda que extrañaremos su “compadre”, palabra utilizada constantemente en conferencias de prensa y zonas mixtas, su risa nerviosa de niño travieso, y es que hoy puede reír, a final de cuentas, el trabajo le robó la infancia y el futbol le regresó la misma.
Se va un grande del futbol mexicano, se va un histórico de nuestro balompié, se va un ejemplo de destino, trabajo y esfuerzo.
Nuestro futbol debe nutrirse de más “Salcidos”, debe buscar en los campos de tierra, debe poner atención en los que juegan con mezclilla y zapatos de vestir, Carlos ha demostrado que el destino sí existe. Hasta la próxima.  

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